Ayer estuvimos fuera de Borja, sin tiempo para grandes investigaciones, por lo que hemos querido dar a conocer un cuentecillo que publicó en Lauro el recordado Jesús Martín Martínez, que firmaba con el seudónimo de “El barón de Jausarás”. Lo relataba con un hecho realmente acaecido, situando la escena en la calle de las Carnicerías, ahora de Alfaro Malumbres, donde sigue habiendo una.
Nadie
se atrevía a reclamar al prestigioso abogado hasta que uno de los carniceros,
harto de las fechorías del perro, decidió afrontar el problema y pidió cita en
su despacho.
“Vengo
a solicitarle consejo”, le dijo al letrado. “Si el perro de un vecino me roba
un buen trozo de carne. ¿Tengo derecho a reclamar su pago al propietario?” le
planteó.
“Evidentemente.
El dueño del perro tiene la obligación de resarcirle del daño ocasionado”,
respondió el abogado, lo que produjo la lógica satisfacción en el carnicero que
veía recompensada su astucia e inmediatamente le replicó: “En ese caso, como el
perro es suyo, deberá pagarme los cuatro reales que importa la carne robada”.
“No
hay ningún problema y, además me fio de tu palabra y no te exijo pruebas. Aquí
tienes tus cuatro reales”. No cabía de gozo el carnicero y ya se disponía a
retirarse, recogiendo el dinero cuando escuchó: “Lo que ocurre es que como has
venido a consultarme y el precio mínimo de una consulta en mi despacho son doce
reales, haz el favor de depositar, antes de irte, los ocho reales de
diferencia”.
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