Josefina Revillo Pellicer fue una destacada soprano, natural de nuestra ciudad, que había sido bautizada en Santa María el 28 de abril de 1893. A pesar de su importancia, son pocas las personas que la recuerdan, aunque en este blog le hemos dedicado algún artículo. Hoy queremos hacerlo con su debut artístico que fue especialmente relevante.
Josefina
había dado pruebas desde muy niña de su excelente voz y hubo personas que la
animaban a dedicarse profesionalmente al canto. Pero, tanto su padre que era
recaudador de contribuciones como su madre, se oponían rotundamente. Ocurrió,
sin embargo, que encontrándose de vacaciones en el Real Sitio de San Ildefonso,
le escuchó cantar la infanta Dª Isabel de Borbón, la popular “Chata” e,
impresionada por su voz, decidió financiarle los estudios con el maestro D.
Ignacio Tabuyo.
Su
presentación no pudo ser más espectacular ya que tuvo lugar el 8 de abril de
1815, en el hotel Ritz de Madrid, en cuyos salones se celebró el concierto de
presentación de la Sociedad Nacional de Música.
Allí,
acompañada al piano por el propio Manuel de Falla, cantó la Oración de las
madres que tienen a sus hijos en brazos, que Falla acababa de componer,
obteniendo un resonante éxito que se acrecentó con los conciertos ofrecidos en
días posteriores.
Tan
sólo dos días después y en el mismo hotel volvió a cantar, acompañada en esa
ocasión por su profesor el maestro Tabuyo, interpretando obras de Emilio
Serrano y de Chapí. De este recital se hizo eco el periódico borjano Aires del Moncayo.
En
septiembre de ese mismo año su fama ya se había extendido por España y el día
12, El Labriego de Ciudad Real, insertaba un artículo dedicado a ella,
con motivo de una velada benéfica que tuvo lugar en esa ciudad. De “insigne
soprano” y mujer que por “su belleza, elegancia y expresión, recordaba a la
musa ideal de Bécquer”, la definía el articulista manchego.
Volviendo
al tema interpretado en su debut, se trataba de una melancólica canción cuya
letra, supuestamente había escrito Gregorio Martínez Sierra. Manuel de Falla le
había puesto música a finales de 1914 y era un canto a esas madres que estaban
viendo morir a sus hijos en la Gran Guerra que había comenzado poco antes. Esta
es su letra:
Dulce Jesús
que estás dormido:
Por el santo pecho que te ha amamantado,
te pido que este hijo mío
no sea soldado.
Se lo
llevarán, y era carne mía;
Me lo matarán, y era mi alegría.
Cuando esté muriendo,
dirá: “Madre Mía!”
Y yo no sabré la hora ni el día.
Dulce Jesús
que estás dormido:
Por el santo pecho que te ha amamantado,
te pido que este hijo mío
no sea soldado.
Pero,
aunque Gregorio Martínez Sierra (1881-1947) fue un conocido escritor y
empresario teatral, hoy se sabe que muchas de sus obras fueron escritas, en
realidad, por su esposa María de la O Lejárraga García (1874-1974), hasta el
punto de que la canción que comentamos hay quienes la atribuyen directamente a
ella.
María
que también firmó como “María Martínez Sierra”, tras la muerte de su marido,
fue una mujer excepcional, escritora brillante y defensora de la causa del
feminismo. Afiliada al PSOE en 1931, llegó a ser elegida Diputada por Granada
en 1933. Exiliada al finalizar la contienda, murió en Buenos Aires donde
falleció cuando estaba a punto de cumplir los 100 años.
Existen en youtube varias interpretaciones de esa canción con la que debutó nuestra paisana que pueden encontrarse con facilidad. Ponemos, como muestra, un enlace.
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