La reciente restauración del puente de Vulcafrailes ha despertado el interés hacia esta construcción que nunca ha sido estudiada y de la que se desconoce su origen. Con los datos disponibles no es posible efectuar una datación precisa, por lo que sería conveniente una investigación sobre una obra que plantea algunas incógnitas.
Lo que
a primera vista se percibe son los grandes sillares de piedra caliza sobre los
que se asienta el puente, cuyos cimientos en uno de sus lados sería conveniente
reforzar, pues da la impresión de que algunos sillares quedan parcialmente el
aire.
En
cuanto al arco propiamente dicho, parece estar formado por ladrillos dispuestos
a tizón en ambas embocaduras, estando constituido el resto por una bóveda de
ladrillos planos (a la catalana) revestida de argamasa.
La
opinión más generalizada es que se trata de una construcción medieval, de la
que no hemos encontrado documentación, dándose la circunstancia de que en las
actas municipales consultadas desde el siglo XVI al XX no aparece la más mínima
mención al mismo, cuando de otras hay datos relacionados con su construcción o
con reparaciones efectuadas, en el caso de ser de épocas anteriores.
Comoquiera
que se encuentra situado en lo que fue una antigua calzada romana, los más
atrevidos han sugerido que en su origen pudo ser de esa época, pero no faltan
los que lo rechazan aduciendo las características de la obra y su tipología.
En
cualquier caso, hay algunos ejemplos en España de puentes romanos con
embocaduras de ladrillo. El más conocido es el puente de la Alcantarilla de
Mérida y otro el de Cotobro en Almuñecar (foto inferior), aunque en este último
caso no existe acuerdo unánime acerca de que se trate de una obra romana.
Además en el caso del puente de la Alcantarilla, debió tener un revestimiento
de sillares ahora desaparecido y la fábrica es de hormigón.
Pero,
al margen de estas consideraciones, el puente de Vulcafrailes de Borja es
antiguo, reviste interés y merece ser protegido y estudiado.
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