A pesar de ser una montaña tan cercana, perceptible desde todos los rincones de nuestro valle que preside, el Moncayo sigue siendo desconocido para muchos de nosotros, no porque lo hayamos visitado en diversas ocasiones, sino porque no hemos sabido disfrutar de la belleza que encierran sus bosques, con su cambiante colorido a lo largo de las estaciones del año.
Catalogando
nuestros fondos, hemos encontrado una colección de fotografías tomadas por
Fernando Castellot, durante sus frecuentes visitas al Parque Natural. Son
francamente bonitas, especialmente las realizadas en otoño, cuando las
distintas tonalidades de color de plantas y hojas le confieren un aspecto casi
irreal.
Pero
las hay también del invierno, cuando la nieve lo cubre por completo, ofreciendo
una visión completamente diferente, a pesar de que, en esos momentos, siempre
es conveniente adoptar las máximas precauciones.
Tanto la
primavera con sus flores multicolores como el otoño con esa gran variedad de
setas que podemos encontrar nos ofrecen nuevos alicientes para un recorrido
reposado por sus sendas.
Y las rocas, como esta esfinge que
parece vigilar la zona, constituyen otra invitación para otros recorridos más
allá de esa ascensión a la cumbre que todos, más de una vez, hemos intentado
sin haber sabido disfrutar de los múltiples recorridos que ofrece una montaña
que no dudamos en calificar de mágica.
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