D. Fernando Aguilar Rubio es un seguidor habitual de nuestro blog que, en diversas ocasiones, se ha puesto en contacto con el Centro sobre temas relacionados con Wikipedia, con la que colabora. Ahora, está realizando un interesante estudio sobre las compañías de suministro eléctrico que hubo en la zona del Moncayo y ello nos da pie para recordar a las que facilitaban la electricidad a nuestra ciudad.
En alguna ocasión nos
hemos referido a ellas y Guillermo Carranza también lo ha hecho al estudiar el
Patrimonio Hidráulico de Añón, donde se encontraba esa Central a la que
corresponde el recibo que reproducimos, correspondiente al mes de mayo de 1929.
Es interesante constatar que el abonado tenía contratadas “2 lámparas de 5
bujías” y que al importe de las mismas había que sumar un 20 % de impuestos,
que aquí aparecen desglosados en un 17 % para Hacienda y un 3 % para “el
municipio”. Nos imaginamos que el municipio sería aquel en el que radicaba la
central.
Es muy importante
señalar que lo que se abonaba era una cantidad fija por cada bombilla, en
función de los watios de cada una. Esto provocaba el que se restringiera al
máximo el número de bombillas contratadas, abriendo en los tabiques unos
pequeños ventanos por los que se pasaban las bombillas de una a otra
habitación, de manera que una sola permitía iluminar, cuando era necesario las
dos habitaciones contiguas.
Del
mismo año, aunque del mes de junio es este otro recibo a nombre del mismo
abonado que contrataba con Electra Vozmediano 10 “lámparas de 5 bujías”, por un
total inferior al de la Central de Añón ya que, si por dos lámparas se cobraban
3,52 pesetas a diez le corresponderían 17,60, frente a las 12,50 que aparecen
en este recibo en el que se detalla el impuesto del 20 % para Hacienda, sin
mención al municipio.
Eran,
por lo tanto dos compañías con tendidos independientes, pudiendo optar cada
vecino a la que considerase más ventajosa, aunque algunos, como en el caso que
estamos comentando, disponían de ambos suministros. Es probable que en ello
influyeran los frecuentes “cortes” que se producían. Los hemos llegado a sufrir
y no había casa que no tuviera a mano velas, candiles u otros artilugios
siempre dispuestos a alumbrar cada vez que se interrumpía la luz eléctrica, a
veces por períodos prolongados de tiempo.
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