miércoles, 11 de enero de 2023

También sucedió en Maleján

 

         Ayer dimos cuenta de los errores cometidos en la transcripción de una inscripción latina por un supuesto “especialista” al que podría aplicarse el conocido dicho del maestro Ciruela. El hecho, acaecido en Peñíscola, venía a poner de manifiesto la falta de preparación y el desconocimiento del latín de que hacen gala los encargados de algunas restauraciones. Pero, lo que relataba el Dr. Gil Albarracín, no se circunscribe a una comunidad levantina, sino que está presente en todas partes. Concretamente, el 22 de mayo de 2013, en un artículo publicado en este blog, bajo el título “La conveniencia de saber latín”, llamamos la atención sobre lo ocurrido en Maleján, en la restauración de su iglesia parroquial.


         Como es sabido, el templo está dedicado a la Visitación de Nuestra Señora y, por entonces, había sido objeto de una importante restauración. Su presbiterio se cubre con una bóveda, en forma de concha avenerada, que fue documentada en 1731 por el Dr. D. Alberto Aguilera, autor de inventario del Patrimonio Artístico Religioso de esa iglesia.


         A lo largo del friso situado bajo ella, existía una inscripción que, como puede apreciarse en la fotografía superior, había quedado oculta bajo capas de cal. Con indudable acierto, se decidió recuperarla y restaurar su texto.





         El resultado final es el que mostraban estas fotografías realizadas por Enrique Lacleta. Lo que allí se lee es: “DEO SALVIARI MEO OVIA RESPIXIT VMI[…] S CENERATIO”. Una frase latina incompleta e incomprensible. Con cierta indulgencia sugeríamos entonces la posibilidad de que hubiera sido mal escrita en su origen, algo sumamente improbable. Más bien, parecía desprenderse de que había sido mal interpretada en la restauración, por un deficiente conocimiento del latín o porque no se comprendió el significado de la misma y las razones de su emplazamiento en ese lugar. 

            Se trata de una parte del Magnificat, el cántico que pronunció la Virgen en el momento de saludar a su prima Santa Isabel y que cada tarde se recita en el oficio de Vísperas. Su presencia en esta iglesia está plenamente justificada, al estar precisamente dedicada a la Visitación, como antes hemos comentado.

El texto latino de ese hermoso cántico, recogido en el Evangelio de San Lucas, comienza así: “Magnificat anima mea Dominum, et exultavit spiritus meus in Deo salutari meo, quia respexit humilitatem ancillae suae. Ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes” que puede traducirse así: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava, y por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada…”, aunque la versión oficial en castellano difiere algo. Hemos destacado en negrita las partes recuperadas de la inscripción.

Al margen del uso de la “V” por “U” que es habitual en inscripciones latinas, nuestros lectores se percatarán de los errores que se han deslizado: “salviari” por “salutari”; “ovia” por “quia”; “respixit” por “respexit” y “ceneratio…” por “generatio…”. Todos ellos, fruto del desconocimiento del latín, como hemos apuntado, pero también del Magnificat y su relación con la “Visitación de Nuestra Señora”, a la que está dedicada la parroquia de Maleján.



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