La grave crisis educativa que estamos atravesando
comienza a sentirse en la formación de nuestros jóvenes, como han puesto de
manifiesto los expertos, y sus consecuencias son demoledoras cuando se
incorporan al ejercicio de sus respectivas profesiones.
Un ejemplo de ello lo ofrece la reciente restauración de la llamada torre Badum, situada a unos seis kilómetros de Peñíscola, formando parte de su sistema defensivo.
Ha sido nuestro compañero el Dr. D.
Antonio Gil Albarracín quien, en un artículo publicado en la revista Castellum,
ha desvelado lo acaecido en esa desafortunada intervención que no nos resistimos
a comentar.
En el exterior de dicha torre se
encontraba la lápida que aparece en la primera de estas imágenes, muy
maltratada por su exposición a las inclemencias del tiempo, pero cuyas
características era posible distinguir. Concretamente, podía verse el escudo de
Valencia acolado al águila bicéfala de Carlos V, con las armas del duque de Maqueda
entre sus garras y todo ellos sobre una cruz con el “ INRI”. A ambos lados el desarrollo de una inscripción que explica
que fue construida en 1554, por orden del citado duque, virrey del reino de
Valencia.
En el exterior de dicha torre se encontraba la lápida que aparece en la primera de estas imágenes, muy maltratada por su exposición a las inclemencias del tiempo, pero cuyas características era posible distinguir. Concretamente, podía verse el escudo de Valencia acolado al águila bicéfala de Carlos V, con las armas del duque de Maqueda entre sus garras y todo ellos sobre una cruz con el “INRI”. A ambos lados el desarrollo de una inscripción que explica que fue construida en 1554, por orden del citado duque, virrey del reino de Valencia.
Pues bien, como consecuencia de ese “estudio”
se procedió a construir la réplica en la que aparece, en su parte inferior,
este incomprensible texto: “SEMBRA ALAR/MAR PROTEGEME”, sobre el que ha llamado
la atención el Dr. Gil Albarracín, al percatarse del grave error cometido, por
el “experto” que ni supo leer la inscripción original ni, menos aún, su
simbología.
Porque, lo que allí estaba representado
era un fragmento del versículo 8 del salmo 17, que dice: “Custodi me ut
pupillam oculi, sub umbra alarum tuarum protege me” que, en la versión oficial
de la Conferencia Episcopal Española se traduce como “Guárdame como a las niñas
de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme”.
La frase “sub umbra alarum tuarum”
aparece en el doble excelente de oro, acuñado durante el reinado de los Reyes
Católicos y, también, en algunas de las empresas atribuidas a Fernando el
Católico pues, no en vano, los monarcas se colocaron bajo la protección del
águila de San Juan que estuvo presente en la heráldica española en diversas
ocasiones.
Pero, también la podemos encontrar en
otros lugares como en un talero acuñado en Nuremberg, en 1680, o en la marca
tipográfica del impresor Rutger Velpius, en la que se añade el “Nos”.
No es necesario recurrir a fuentes
ajenas, dado que también se encuentra en las lápidas de otras torres
construidas por el duque de Maqueda, como la torre de la Almadraba de Denia.
El Dr. Gil Albarracín comenta también en su artículo el empleo de esas llamativas “R” con una tilde o rayita en la pata derecha de la letra que el “experto” decidió incorporar a la inscripción para darle cierto “estilo”, sin percatarse que, en la lápida original, era indicativo de abreviación. En concreto ALAR [VM] y TVAR [VM], lo que indica que, además de un completo desconocimiento del latín y de la emblemática, tampoco sabía nada de paleografía.
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