El pasado domingo una publicación eclesial incluía un artículo con el llamativo título de “Santos barbudos entrañables: Antón, Sebastián y Pablo Ermitaño”. Al margen de la discutible oportunidad de utilizar esa denominación popular en una revista de esas características, su autor incurrió en el error de incluir entre los barbudos a San Sebastián que, además de un ejemplo admirable, fue todo menos barbudo.
Hoy estamos
celebrando la fiesta de San Antón, el tercero de los Santos incluido en esa serie,
conocida popularmente como “Semana de los barbudos”, que se inicia con San Pablo
ermitaño (15 de enero), continúa con San Mauro abad (16 de enero) y concluye
con San Antonio Abad o San Antón (17 de enero), aunque puede tener continuidad
con otros santos.
Esa irreverente denominación de “barbudos”
ha llegado al refranero popular: "Semana de los Barbudos, semana de
estornudos" o a dichos tan conocidos como el referido a un incompetente
escultor “Sin con barbas San Antón y si no la Purísima Concepción”. En Cataluña
son varios los refranes que los relacionan con el frío: “Sant Antoni del
porquet és el primer sant del fred” o “Sant Antoni el gela, Sant Vicenç el mata
i la Candelera l’enterra”. Hasta ahora, el tiempo no ha hecho honor al frío
propio de la época, aunque parece que va a cambiar.
Pero, lo que realmente nos sorprendió
fue la inclusión de San Sebastián entre esos “barbudos”, como hemos comentado.
Porque era un joven militar romano que llegó a ser comandante de la primera
cohorte de la guardia pretoriana.
Era cristiano, circunstancia que el
emperador desconocía. Al ser descubierto, se le ofreció elegir entre la Fe y su
condición militar. Dando pruebas de un heroísmo singular, prefirió ser
condenado por Maximiano, corregente con el emperador Diocleciano, siendo atado
a un poste y asaeteado por sus propios soldados. Pero, contra lo que suele ser
creencia común, no murió y recuperado de sus heridas terminó siendo decapitado
más tarde, por lo que, en su iconografía suelen ser representado con dos
coronas, en alusión a su doble martirio.
Tradicionalmente, la representación de
su martirio ha sido utilizada por los artistas para mostrar la belleza del
cuerpo desnudo masculino, hasta el punto de convertirse en un icono de
determinados movimientos.
Pero, en ocasiones, se ha llegado más
lejos, al presentarlo como un adolescente, tal como lo hizo Alonso Berruguete
en esta talla que se exhibe en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
Como puede verse, nada más alejado de
su supuesta condición de “barbudo” que le atribuía el artículo comentado que, si
no estuviera ya en la Gloria, podría haber supuesto para el Santo un tercer
martirio.
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