Ayer celebramos la Epifanía del Señor, una solemnidad en la que el ruido de las cabalgatas y la alegría de los niños, al recibir los regalos de los Magos, puede hacernos olvidar el profundo significado de esta celebración.
Es el Evangelio de San Mateo el único
que relata la llegada de unos “magos de Oriente”, en busca del Rey de los judíos,
cuya estrella habían visto y seguido. Ante el Niño Dios se postrarán y entregarán
sus regalos de “oro, incienso y mirra”. Pero, ese tributo personal que se rememora
con la actual entrega de juguetes a los niños, tiene un significado mucho más
profundo, porque la Epifanía es el momento de la revelación del gran misterio
de la Encarnación a todos los pueblos, representados por esos magos, dando
cumplimiento a lo anunciado en el salmo 71: “póstrense ante Él todos los reyes
y sírvanle todos los pueblos”.
Hemos querido ilustrar este comentario
con la imagen del gran lienzo que representa la escena de la Adoración de los Reyes,
situado en el crucero de la iglesia de la Concepción. No solemos dar importancia
a ese gran conjunto de obras de Arte que tenemos en Borja y que ofrecen
elementos suficientes para una profunda catequesis de los misterios de la Fe cristiana.
En este caso, vemos a Melchor
arrodillado ante el Niño que está sobre las rodillas de la Virgen, con San José
al lado, aunque apenas se le distingue porque el lienzo se ha ido oscureciendo
con el tiempo (merecería ser restaurado). Un paje sostiene su corona de la que
se ha despojado ante el Rey del Universo. Debajo de él, el cofre con el oro que
le ofrece. Detrás Gaspar y Baltasar; el primero con una naveta en la que lleva
el incienso (aludiendo a su uso litúrgico) y el segundo con una copa ungüentario
para la mirra. Es muy curiosa la imagen que el artista ofrece de los dos camellos
que aparecen a la derecha, delante de una edificación en forma de castillo.
Posiblemente, nunca había visto un animal de esas características y los
representa con cuellos extremadamente largos y cabezas de caballo.
No menos interesante es la
representación de la Epifanía en el belén de Santa Clara, donde el Niño Jesús
recibe a los Reyes, sentado en una sillita, otra de las peculiaridades de este
Nacimiento del que no nos cansamos de resaltar su importancia.
Terminamos reproduciendo una preciosa composición poética de Lope de Vega, dedicada a los Reyes Magos, en la cual pone de manifiesto la profunda religiosidad que latía en el corazón del “Fénix de los Ingenios”, a pesar de sus imperfecciones:
Reyes que
venís por ellas,
no
busquéis estrellas ya,
porque
donde el Sol está
no tienen
luz las estrellas.
Reyes que
venís de Oriente
al
Oriente del Sol solo
que, más
hermoso que Apolo,
sale del
Alba excelente;
mirando
sus luces bellas,
no sigáis
la vuestra ya,
porque
donde el Sol está
no tienen
luz las estrellas.
No
busquéis la estrella agora,
que su
luz ha oscurecido
este Sol
recién nacido
en esta
Virgen Aurora.
Ya no
hallaréis luz en ellas;
el Niño
os alumbra ya,
porque
donde el Sol está
no tienen
luz las estrellas.
Aunque
eclipsarse pretende,
no
reparéis en su llanto,
porque
nunca llueve tanto
como
cuando el Sol se enciende.
Aquellas
lágrimas bellas,
la
estrella oscurece ya,
porque donde
el Sol está
no tienen
luz las estrellas.
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