sábado, 7 de enero de 2023

Solemnidad de la Epifanía

 

         Ayer celebramos la Epifanía del Señor, una solemnidad en la que el ruido de las cabalgatas y la alegría de los niños, al recibir los regalos de los Magos, puede hacernos olvidar el profundo significado de esta celebración.

         Es el Evangelio de San Mateo el único que relata la llegada de unos “magos de Oriente”, en busca del Rey de los judíos, cuya estrella habían visto y seguido. Ante el Niño Dios se postrarán y entregarán sus regalos de “oro, incienso y mirra”. Pero, ese tributo personal que se rememora con la actual entrega de juguetes a los niños, tiene un significado mucho más profundo, porque la Epifanía es el momento de la revelación del gran misterio de la Encarnación a todos los pueblos, representados por esos magos, dando cumplimiento a lo anunciado en el salmo 71: “póstrense ante Él todos los reyes y sírvanle todos los pueblos”.


         Hemos querido ilustrar este comentario con la imagen del gran lienzo que representa la escena de la Adoración de los Reyes, situado en el crucero de la iglesia de la Concepción. No solemos dar importancia a ese gran conjunto de obras de Arte que tenemos en Borja y que ofrecen elementos suficientes para una profunda catequesis de los misterios de la Fe cristiana.

         En este caso, vemos a Melchor arrodillado ante el Niño que está sobre las rodillas de la Virgen, con San José al lado, aunque apenas se le distingue porque el lienzo se ha ido oscureciendo con el tiempo (merecería ser restaurado). Un paje sostiene su corona de la que se ha despojado ante el Rey del Universo. Debajo de él, el cofre con el oro que le ofrece. Detrás Gaspar y Baltasar; el primero con una naveta en la que lleva el incienso (aludiendo a su uso litúrgico) y el segundo con una copa ungüentario para la mirra. Es muy curiosa la imagen que el artista ofrece de los dos camellos que aparecen a la derecha, delante de una edificación en forma de castillo. Posiblemente, nunca había visto un animal de esas características y los representa con cuellos extremadamente largos y cabezas de caballo.

 

         No menos interesante es la representación de la Epifanía en el belén de Santa Clara, donde el Niño Jesús recibe a los Reyes, sentado en una sillita, otra de las peculiaridades de este Nacimiento del que no nos cansamos de resaltar su importancia.

 

         Terminamos reproduciendo una preciosa composición poética de Lope de Vega, dedicada a los Reyes Magos, en la cual pone de manifiesto la profunda religiosidad que latía en el corazón del “Fénix de los Ingenios”, a pesar de sus imperfecciones:        

Reyes que venís por ellas,

no busquéis estrellas ya,

porque donde el Sol está

no tienen luz las estrellas.

Reyes que venís de Oriente

al Oriente del Sol solo

que, más hermoso que Apolo,

sale del Alba excelente;

mirando sus luces bellas,

no sigáis la vuestra ya,

porque donde el Sol está

no tienen luz las estrellas.

No busquéis la estrella agora,

que su luz ha oscurecido

este Sol recién nacido

en esta Virgen Aurora.

Ya no hallaréis luz en ellas;

el Niño os alumbra ya,

porque donde el Sol está

no tienen luz las estrellas.

Aunque eclipsarse pretende,

no reparéis en su llanto,

porque nunca llueve tanto

como cuando el Sol se enciende.

Aquellas lágrimas bellas,

la estrella oscurece ya,

porque donde el Sol está

no tienen luz las estrellas.



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