miércoles, 26 de junio de 2024

El milagro de la Virgen de Torrellas

 

         La Virgen de Torrellas fue una de las imágenes marianas que mayor fervor suscitaron en Mallén, desde que fuera encontrada por una pastora en el lugar en el que se levantó una ermita en su honor que, posteriormente, fue el lugar elegido para construir el convento de franciscanos del que no han quedado ni los restos que muestra esta fotografía.

 


         Tras la desamortización del convento en 1835, la imagen de la Virgen de Torrellas fue llevada a la iglesia parroquial de Mallén, donde se le dedicó una capilla. Inexplicablemente, a finales del siglo XX la histórica imagen fue vendida y, en su lugar fue colocada esta otra (de busto) que lleva por título el de Virgen de Novillas.

         Nunca hemos entendido la decisión de vender una imagen que había sido objeto de muy especial veneración y, en torno a la cual, se habían documentado varios milagros, uno de los cuales fue documentado el 26 de junio de 1552.

         De él levantó testimonio el notario de Mallén Miguel Brun, aunque el Dr. Aguilera nos ha comentado que no se conserva el protocolo del citado notario.

         El milagro había acaecido el domingo de Quasimodo de ese año, en la persona de Beatriz de Orense, casada con Pedro “El feo”, con el que llevaba una vida itinerante. Tras sufrir un ictus, en febrero de 1551, encontrándose en la Rioja alavesa, quedó muy disminuida, con la mano y pierna izquierdas paralizadas, así como con dificultades para expresarse. Desde ese momento tuvo que valerse de unas muletas para andar.

Al tener noticia de que, en Mallén se celebraba todos los años una romería, el domingo siguiente a la Pascua, a la ermita de Ntra. Sra. de Torrellas (donde más tarde se levantó el convento de franciscanos, como hemos dicho), a la que acudían enfermos y pobres de muchos lugares, decidió ir con su marido. Tras velar toda la noche en la ermita, asistió a la misa que celebró un religioso de Borja. Al término de la misma, le pareció “que ensoñaba que la soltaban y que tenía dormido el pie”. Al levantarse del suelo donde estaba reclinada, notó que podía andar con soltura y, abandonando las muletas, pudo dar tres vueltas a la ermita entre el regocijo general.


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