El 13 de junio de 1845 nació en Borja D. Antonio Pasamar Sangüesa que inició su formación musical como “infante” de la Capilla de Música de la colegiata de Santa María. Tras una breve etapa como seminarista en Tarazona, marchó a Madrid donde fue alumno del maestro Eslava, aunque por las dificultades económicas por las que atravesó decidió ingresar como músico en el Regimiento de Ingenieros de la capital de España, gracias a lo cual pudo terminar su carrera y obtener el título de Profesor de Música.
Se dedicó a la docencia privada y compuso diversas obras, aunque su trayectoria no siguió el curso ascendente que cabía esperar, debido a su carácter taciturno y a las adversidades que rodearon su vida, hasta el punto de tener que recurrir al auxilio de instituciones benéficas en sus últimos años. Falleció el 9 de marzo de 1924 y en Borja se le recuerda, entre otras razones, por ser el autor del Himno del Primer Centenario de la Virgen de la Peana, con letra de Constantino Gil.
El 13 de junio de 190
nació en Mallén D. Antonio Robres Agoiz.
Tras cursar los primeros estudios, se inició en el oficio de guarnicionero que
ejercía su padre, mientras estudiaba Solfeo y comenzaba a tocar el clarinete,
bajo la tutela del ilustre músico D. Isidoro Palacios. En 1921, marchó a Madrid
para realizar el Servicio Militar, siendo destinado a la Banda de Música de su
regimiento. Esta experiencia abrió nuevos horizontes en su vida y le impulsó a
ingresar en el Cuerpo de Músicas Militares, siendo destinado a la plaza de
Huesca. De allí pasó a Alicante, donde le sorprendió la Guerra Civil. Al
finalizar el conflicto, logró plaza de instrumentista de requinto en la
Academia General Militar y, en 1943, fue destinado como Director de la Banda
del Regimiento de “Órdenes Militares”, de guarnición en Plasencia. Volvió a la
Academia General Militar en 1947 y, desde entonces, se integró plenamente en la
vida cultural de la capital aragonesa. Miembro de la Peña Niké, se dio a
conocer como pintor, logrando algunos premios en diversos certámenes. Tras su
retiro, colaboró en algunas actividades apostólicas, siendo encargado de la
administración de Stadium Casablanca en la etapa fundacional. Falleció el 6 de
junio de 1960. Su nieto, Fernando Garrido Robres, es un prestigioso artista
contemporáneo.
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