En el
archivo de la familia Zapata de Mallén, hemos encontrado este billete
correspondiente al sorteo efectuado el 15 de agosto de 1859, con el fin de
allegar fondos para “la terminación de las obras de la Casa de Misericordia” de
Zaragoza. Va firmado por el Presidente de la Junta Provincial D. Ignacio Méndez
de Vigo y el por el Presidente de la Comisión auxiliar, el marqués de Ayerbe.
Al
dorso del billete se detallan los dos premios establecidos. El primero era un
estuche de 12 cubiertos de plata, con cuchillos de mango, también de plata,
mientras que el segundo comprendía una mantelería de 12 servilletas, mantel y
sobre mantel; seis “toallas”; seis mantas de lana; y una pieza de lienzo de 50
varas.
Pero,
al margen de conocer las características del sorteo y sus sustanciosos premios,
las papeletas que se conservan en el citado archivo nos han servido de pretexto
para dar a conocer lo que subyacía tras esta rifa.
Desde
el siglo XVII existía en la capital aragonesa un hospicio en el que se recogía
a los méndigos y huérfanos que pululaban por sus calles. Fueron los hermanos de
congregación de la Santa Escuela de Cristo quienes impulsaron la creación de
ese benéfico establecimiento que, posteriormente, quedó bajo la tutela del
arzobispado y del ayuntamiento de Zaragoza, siendo regido por una junta,
integrada por tres miembros del cabildo, tres regidores y otros tantos nobles
de la cofradía de San Jorge. Esa junta recibió el nombre de “Sitiada”.
Fernando
VI le dio el título de “Real Casa de Misericordia” y Carlos III nombró, en 1764, como Regente de
la misma al canónigo D. Ramón de Pignatelli y Moncayo, un personaje clave en la
historia del siglo XVIII.
La
labor de Pignatelli fue ingente pues creó talleres para proporcionar trabajo a
los acogidos en ella y mandó edificar el Coso de la Misericordia para reunir
los fondos precisos para su mantenimiento. Asimismo, fue quien emprendió la
construcción de un nuevo edificio, de grandes dimensiones, que a su muerte,
acaecida en 1793, no se encontraba
terminado.
Las
obras continuaron lentamente hasta que recibieron nuevo impulso, merced a la
labor de D. Ignacio Méndez de Vigo y Valdés Miranda, un personaje que suele
pasar inadvertido, el cual ocupaba la Presidencia de la Junta Provincial que,
por Real Orden de 1846, había asumido la dirección y administración de la Casa.
Pertenecía
a una ilustre familia y, probablemente, era hijo de D. José Francisco Benito
Méndez de Vigo y Vélez de Cosío, y de su segunda esposa Dª. Ramona
Valdés-Miranda Quevedo y Álvarez Baragaña. Decimos “probablemente”, porque en
las genealogías de la familia consultadas, encontramos a un hijo, llamado
Ignacio Méndez de Vigo y Valdés Miranda, bautizado el 31 de julio de 1808 en la
iglesia de San Isidoro de Ovieda, con la referencia de que “murió niño”.
Comoquiera que no tuvieron otro con el mismo nombre, cabe la posibilidad de que
el que nos ocupa muriera sin descendencia, lo que provocara la confusión.
Sabemos,
no obstante, que fue Gobernador de Ávila (1856), de León (1856), de Córdoba (hasta
1858), de Zaragoza (en 1858 y 1863), de Cádiz (1860) y de Granada (1860).
Además, entre 1862 y 1863, fue Presidente de la Diputación Provincial de
Zaragoza, razón por la cual esta corporación conserva el retrato que le pintó
Bernardino Montañés en 1860, vistiendo el uniforme de Gobernador Civil, aunque
haciendo mención a su condición de “Benefactor del Hospicio”.
Hemos
encontrado en la Gazeta de Madrid, un
comunicado de fecha 24 de febrero de 1860, remitido por la Diputación
Provincial de Zaragoza a D. Ignacio Méndez de Vigo, en el que expresa su gratitud por la labor desarrollada al frente de la
Junta Provincial, para la continuación de las obras de la Casa de Misericordia,
paralizadas “lastimosamente” desde la muerte de Pignatelli, “sin que nadie se
haya atrevido a acometer la ardua empresa de continuarla. Termina afirmando que
no se recordará el inolvidable nombre del ilustre D. Ramón Pignatelli, sin que
al mismo tiempo les venga a la memoria el de su Gobernador D. Ignacio Méndez de
Vigo”.
El
magnífico edificio se terminó y prestó servicio hasta 1971. En la actualidad es
la sede del Gobierno de Aragón, con el nombre de “Edificio Pignatelli”,
mientras que el de Ignacio Méndez de Vigo nadie lo recuerda. Hoy, un modesto
billete de una rifa nos ha servido para poner de manifiesto su contribución a
esa empresa.
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