Ayer
se celebró en Albeta la llega, junto con el pesaje de los niños nacidos en el
último año, una hermosa tradición viva, dado que reúne dos de las condiciones
necesarias para que estos actos no sean meras recreaciones. Por un lado, tiene
el carácter de autenticidad que brota del sentimiento y devoción de los
habitantes de Albeta hacia su Patrona la Virgen del Rosario y, por otra parte,
es sumamente participativa, hasta el punto de convertirse en una celebración
comunitaria que, además, saben compartir con los visitantes que llegan para
conocerla.
Nosotros
llegamos con la suficiente antelación como para hacer una pausa en ese espacio
maravilloso que hay frente a su iglesia parroquial, donde a la sombra de los
árboles que allí crecen nos parecía encontrarnos junto a los canales de
Babilonia.
Al
término de la celebración eucarística dominical salió, bajo palio, la imagen de
la Virgen portada, en esta ocasión, por el nuevo mayordomo, para efectuar el
recorrido habitual de cada primer domingo de mes. Toda una premonición cuando
ya los sacerdotes, debido a las muchas parroquias que atienden, ya no pueden
desempeñar este tipo de cometidos propios de esa profunda religiosidad popular
que, sin embargo, sigue siendo uno de los pilares sobre los que se asienta la
Fe de muchas personas.
Se
inició, a continuación, el recorrido de la llega, con la participación de los
danzantes que, al son de la música de los gaiteros de Albeta, marcharon a la
casa del mayordomo del año anterior.
Allí,
D. Jesús Cuber hizo entrega a Ignacio López Lajusticia, el joven en el que este
año ha recaído el honor de ser mayordomo, la imagen de la Virgen con la cajeta
para recoger las limosnas que cada familia ofrece, lo que constituye el fin de
la llega, recaudar fondos para la cofradía.
El grabado
que representa a la Virgen del Rosario es importante, aunque el que aparece en
la cajeta es una reproducción del original, realizada por Litografía Larruga de
Zaragoza a comienzos del siglo XX, dado que fue realizado por Mateo González,
el mejor grabador zaragozano de la segunda mitad del siglo XVIII, sobre un
dibujo del gran pintor borjano Buenaventura Salesa.
Como en muchas de las casas del recorrido estaban preparadas mesas con refrescos
y aperitivos en abundancia, para todos los participantes y, ante ellas, bailan
los danzantes, de manera que la ceremonia se prolonga hasta comienzos de la
tarde.
Mientras
tanto, la Virgen entra en muchas de las casas, donde es recibida con gran
devoción, depositando cada familia su aportación económica. Una de ellas fue,
precisamente, la del Sr. Alcalde de Albeta D. Pedro Feliciano Tabuenca López,
donde también tuvo lugar el pesaje de uno de los dos niños de este año.
Los
danzantes fueron a recoger al Centro de Interpretación del Valle del Huecha,
donde se expone el resto del año, la balanza con la que iban a ser pesados los
niños que, en lugar de platillos consta de dos grandes capazos. Uno para el
niño que se pesa y el otro para el trigo que la familia dona a la Virgen.
La
primera en ser pesada fue la niña Carmen Báez Ballesta que arrojó un peso de
siete kilos y que estuvo muy tranquila en su capazo, mientras se cumplía el
rito, y luego posó con sus padres, ataviada con el traje de danzante.
El
segundo fue el niño Nico Jiménez Artal, también ataviado con el traje de
danzante e, incluso, con un palo en la mano. Lo depositó su madre, mientras que
el padre tuvo que esforzarse volcando más trigo en el otro capazo, dado que el
zagal dio un peso de 12 kilos.
Los
danzantes, incansables, interpretaron numerosos bailes, a pesar de que,
conforme avanzaba la mañana, la temperatura iba sumiendo, casi a la par que el
entusiasmo de los albeteros.
Ello
provocó el que, en un momento dado, algunos de los presentes, entre ellos el
mayordomo y su padre, tomaran los palos para ofrecer un recital de su dominio
del paloteado, porque en Albeta todos saben bailarlo y, en un momento u otro, han
sido danzantes.
Cerca
ya de las tres de la tarde, la comitiva llegó a la casa del mayordomo, donde
posó la familia López-Lajusticia que ofreció un espléndido ágape con el que se
puso fin a esta hermosísima tradición. Que la Virgen del Rosario, a la que
tanta devoción tiene, siga protegiendo a todos los habitantes de Albeta es
nuestro deseo, tras haber compartido con ellos una mañana inolvidable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario