Hoy
traemos a nuestras páginas tres antiguos impresos, relacionados con Mallén y
Borja, todos ellos procedentes del archivo de la familia Zapata. El primero de
ellos este recibo correspondiente a la cuota mensual, de 8 reales de vellón,
que abonaban los socios del “Círculo del Recreo” de Mallén, en 1869, un casino
existente en esa localidad del que no teníamos noticia.
Curioso
este billete o papeleta para la rifa “del
Cerdo de las Almas de Mallén”, confusa expresión que, evidentemente, se refiere
al sorteo que la cofradía de las Almas de esa localidad realizaba todos los
años. En muchos lugares era la cofradía de San Antón la que rifaba un cerdo. En
el caso que nos ocupa lo hacía la de las Almas, entonces existente. Eran
papeletas de pequeño tamaño (8,5 x 5 cm.), impresas en una hoja que se
recortaba, tras escribir a mano el número que correspondía a cada portador.
Reproducimos
también este recibo de la adquisición de sal, un producto “estancado”, es decir
que era monopolio del Estado, desde que fuera introducido este sistema por
Felipe II, en el siglo XVI. Algo similar a lo que todavía ocurre con el tabaco.
De su distribución se encargaban las Administraciones de Rentas Estancadas repartidas
por todo el territorio nacional. Una de ellas en Borja, como puede apreciarse en
el sello que figura al dorso.
Pero
el recibo nos permite recordar una palabra que pocos reconocerán. Porque la sal
se recogía en el “Alfolí de Borja”. La Real Academia Española da dos acepciones
para la misma: “Granero o Pósito” y “Almacén de la sal”, señalando que procede
de “alhorí” y éste del árabe “alhurí”.
Nos ha
traído resonancias bíblicas, dado que, en la antigua traducción española del
Antiguo Testamento en el libro de Malaquías 3:10, se leía: “Traed íntegramente
los diezmos al alfolí para que haya alimentos en mi casa” (Nacar-Colunga). Esa
misma palabra “alfolí” se sigue utilizando en todas las versiones castellanas
de las biblias protestantes. Sin embargo, en la actual versión oficial de la
Conferencia Episcopal Española que, en su deseo de vulgarización de la Sagrada
Escritura, aprobó una pésima traducción, encontramos “Traed todos los diezmos
al tesoro y habrá sustento en mi templo”. No sabemos en qué fuentes se habrán
inspirado los autores de la misma, dado que en la Vulgata, versión oficial de
la Iglesia Católica se lee: “Inferte omnem decimam in horreum, et sit cibus in
domo mea” y la palabra “horreum” hace referencia expresa a granero o almacén,
de la que procede a su vez el término “hórreo” de Galicia y otros lugares.
Es
evidente que, aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza, criticamos esa
versión oficial que provoca alergia en algunos lectores, especialmente cuando
utiliza palabras como “orvallo” que la Real Academia Española admite como sinónimo
de “llovizna” en Asturias, Galicia y León.
La encontramos en el
versículo primero del “Cántico de Moisés” (Deuteronomio, 32): “descienda como
lluvia mi doctrina, destile como rocío mi palabra, como llovizna sobre la
hierba, como orvallo sobre el césped”.
En la Vulgata se lee: “Concrescat
ut pluvia doctrina mea, fluat ut ros eloquium meum, quasi imber super herbam,
et quasi stillæ super gramina”. Es cierto que “ros”, “imber” y “stillae” con
casi sinónimos y traducirlos puede ofrecer cierta dificultad cuando se quieren
utilizar a palabras diferentes. Pero, de ahí a recurrir a un localismo media un
abismo.
En la versión de
Nacar-Colunga se traducía como: “Destile como el rocío mi discurso, como la
llovizna sobre la hierba, como las gotas de la lluvia sobre el césped” y en una
conocida versión protestante (Reina Valera) se presenta como: “Goteará como la
lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento; como la llovizna
sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba”.
No seguimos por temor a
molestar a D. Jesús Sanz Montes que tituló su obra dedicada a los Comentarios
sobre los Evangelios (ciclo A), precisamente con el título Como orvallo sobre
el césped, justificado en este caso, pues aunque nacido en Madrid, es el actual
arzobispo de Oviedo.
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