Probablemente
en Magallón haya seguidores de ese histórico club que, sobre todo en el pasado,
contaba con muchos en nuestra comarca. Pero lo que hoy queremos resaltar es la
vinculación existente a través de San Mamés, el Santo que da nombre a su
estadio, también conocido como “la catedral del Fútbol”, cuya imagen se venera
en la iglesia parroquial de San Lorenzo de Magallón.
Efectivamente,
en la parte inferior del retablo de San Sebastián, situado a la izquierda de la
entrada del templo, se encuentra la imagen de un niño, tumbado en el interior
de una urna que, entre sus vestiduras, muestra su vientre abierto por el que emerge
el paquete intestinal, representado de una manera un tanto tosca, en alusión a
su martirio.
San
Mamés había nacido a mediados del siglo IV en circunstancias especiales, dado
que era hijo de Teodoto y Rufina, dos cristianos encarcelados por su Fe en
Cesarea de Capadocia. El padre murió en la cárcel, al igual que la madre, tras
haber alumbrado en un parto prematuro a un niño, que fue adoptado por una rica
viuda cristiana, llamada Amea. La vida de Mamés, como la de otros santos
mártires de la antigüedad está rodeada de leyendas pero, al parecer, cuando
tenía 15 años fue detenido y sometido a torturas, pudiendo huir a un bosque por
mediación de unos ángeles, donde pastoreó a las fieras. Condenado finalmente a
morir en el circo, logró amansar a los leones que le arrojaron para devorarle,
por lo que acabaron con su vida clavándole un tridente de gladiador en el
abdomen.
Con las
vísceras fuera se le representa en Magallón, aunque con más frecuencia aparece
junto a un león, o con el cayado de pastor, como ocurre con la imagen situada sobre
la puerta de acceso a la gran ermita que tiene dedicada en Murero (Zaragoza),
localidad que le tributa culto con una gran romería anual.
La
devoción al Santo, a partir del
santuario erigido sobre su tumba, se extendió rápidamente por todo el mundo y
en España son muchas las poblaciones que lo tienen por patrón.
En
Europa, el templo más importante relacionado con su culto es la catedral de San
Mamés de Langres (Francia), en la que se conserva la cabeza del Santo que,
desde Cesarea de Capadocia había sido trasladada a Constantinopla, donde se
apoderaron de ella los cruzados, terminando en Langres en 1204.
En la
localidad de Morfú, al noroeste de la isla de Chipre, existe este templo
dedicado al Santo en el que se conserva un sarcófago con sus restos, parte de
los cuales están distribuidos por otros lugares de la Cristiandad.
En la
iglesia de la Magdalena de Zaragoza se conserva también un cráneo de San Mamés,
el cual fue entregado en 1695 por el Papa Inocencio XII al inquisidor D. Juan
de Texada, como lo acredita la correspondiente bula. Comoquiera que no pueden
existir dos cabezas de un mismo Santo y la original nunca ha salido de la
catedral de Langres, la confusión radica en el hecho de que el cráneo de
Zaragoza procede de las catacumbas romanas y perteneció a una persona enterrada
en ellas, con ese mismo nombre de Mamés. Esto es algo frecuente, dado que cuando
fueron descubiertas las catacumbas romanas, se extrajeron de ellas numerosas
reliquias, tomando como referencia el nombre que aparecía en las tumbas,
atribuyéndolas a mártires homónimos que nunca fueron sepultados en ellas. Es lo
que ocurre con muchas de las reliquias veneradas en localidades de nuestra
comarca, como Borja o Ainzón, por citar algunos ejemplos.
Algo
parecido es lo que sucede con la reliquia de San Mamés que se conserva en el
Palacio de Ibagaine, sede oficial del Athletic Club de Bilbao que en algunos afirmaban
que procedía de la cabeza de Zaragoza.
Sin
embargo, en el documento que reproducimos se afirma de forma clara que fue el
obispo de Bilbao D. Pablo Gúrpide Beope quien en 1959 la solicitó a Roma, donde
nunca ha estado el cuerpo auténtico.
La que
sí procede de Zaragoza es la reliquia existente en la Santa y Real Casa de
Misericordia de Bilbao, situada en el antiguo convento de San Mamés, un pequeño
fragmento del cráneo conservado en la iglesia de la Magdalena, que fue extraído
en 1946 para su traslado a esa institución benéfica que lleva el nombre del
mártir en su frontispicio.
Para
finalizar hay que recordar que el Santo es considerado patrón de los lactantes
y de las personas que sufren rotura de huesos, pero también de los herniados,
en el primer caso por las circunstancias de su nacimiento y en relación con su
nombre, mientras que, en el último, por la eventración que le ocasionó la
muerte.
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