Quizás
sea por su proximidad a la Casa de Aguilar, pero el arbolito de la calle de San
Bartolomé se ha convertido en una obsesión para nosotros. Estas fotografías
fueron tomadas el jueves 27, último día de fiestas, y una vez más el pobre
árbol había sufrido el envite de un coche, no el que aparece en la imagen,
ocasionando otra vez su desplazamiento y casi arrancamiento. Realmente es
complicado salir de la última plaza de aparcamiento sin rozar el árbol, sobre
todo cuando hay coches que dificultan la maniobra.
Cuando
salimos para Santiago de Compostela lo vimos así, pero al volver encontramos
que había recuperado su posición vertical. Porque, cada vez que lo desplazan
alguna mano caritativa lo vuelve a su estado primitivo, hasta el siguiente “empentón”.
No es
menor el cariño que profesamos a ese conjunto de palés que decoran la
medianería de ese espacio. Entre otras razones porque algunos de ellos eran
viejos conocidos nuestros. En la parte superior de los mismos se plantaron unos
tallos de hiedra, pero esta planta requiere cierta humedad y se ha secado. Afortunadamente
el olivo y los dos álamos han arraigado muy bien, lo que permite esperar una buena
cosecha en el futuro.
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