El
pasado día 6 de septiembre dimos la noticia, transmitida por D. Roberto
Lahuerta Melero, de la existencia de una obra en la que se hacía referencia a
la “Rioja aragonesa”, en la que se incluía a la “Comarca de Tarazona”.
Manifestábamos nuestro temor de que, sin saberlo, nosotros fuéramos también riojanos.
Inmediatamente
nos pusimos a localizar el libro que, finalmente recibimos ayer. Se titula Tierras, gentes y voces. El legado del
euskera riojano, del que es autor D. Eduardo Aznar Martínez, Licenciado en
Antropología Social y Cultural por la Universidad de Deusto, y en Geografía e
Historia por la UNED. Fue publicado por Pamiela en 2017.
Eduardo
Aznar desciende de la cercana localidad de Fitero, siendo autor también de
una reciente obra sobre el claustro del monasterio cisterciense de esa
localidad, así como de Las terapias
placebo.
Pero
sus trabajos se han centrado fundamentalmente en las lenguas prerromanas y,
sobre todo, en las huellas de euskera. De hecho la obra que comentamos es
consecuencia de la que llevaba por título El euskera en La Rioja, donde venía a
demostrar que esa lengua no se circunscribía al ámbito geográfico del País
Vasco y Navarra, sino también al riojano. En Tierras, gentes y voces, analiza
en sus 573 páginas la huella de ese idioma en los topónimos de las localidades
estudiadas.
Estamos,
por lo tanto, ante un amplio estudio filológico cuya principal objeción sería
el carácter subjetivo de algunas de sus deducciones. Pero esta cuestión debe
ser tratada por los especialistas en la materia.
Para
nosotros, la principal sorpresa fue la inclusión de la zona de Tarazona en esa
denominación de “Rioja aragonesa” de la que nunca habíamos oído hablar. Pero,
para tranquilidad de nuestros lectores debemos señalar que la comarca de Campo
de Borja queda al margen de la misma, al menos en opinión del autor, por lo
que, por el momento, no somos riojanos, lo cual nos tranquiliza.
Al
inicio de su obra inserta una copla de José María de Iparaguirre, en euskera
que dice:
Biba Rioja, biba Nafarroa
arkume onaren iztarra,
hemen guztiok aniak gara…
que
traducida significa: “Viva Rioja, viva Navarra. Con buen muslo de cordero, aquí
todos somos hermanos”.
Nosotros
terminamos con una jota que nos enseñó Francisco Domínguez Pablo:
No somos aragoneses,
ni tampoco castellanos.
Somos del valle del Huecha
y nos llamamos borjanos.
En
realidad, era una adaptación de otra que se cantaba al otro lado de la Raya: “No
somos aragoneses, ni tampoco castellanos.
Somos de las Vicarías y nos llamamos rayanos”, lo cual demuestra que las
identidades regionales es siempre algo muy relativo, aunque no debamos dudar de
nuestra condición de aragoneses.
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