Este
fin de semana nos llegó la triste noticia de que el Sr. Obispo ha dispuesto el
traslado a las parroquias de Illueca, Gotor y Oseja de D. César Augusto Gómez García,
hasta ahora copárroco de Borja y Magallón, así como capellán del convento de
Santa Clara de nuestra ciudad. Va a sustituir a D. Justo García Ruiz, párroco
de Illueca durante 50 años y que, al cumplir los 90, se ha hecho acreedor a un
merecido descanso.
D.
César Augusto llegó, desde su Guatemala natal, al seminario de Tarazona, tras
una breve estancia en Roma, para cursar los estudios eclesiásticos. Tras ser
ordenado, se incardinó en nuestra diócesis y ejerció su ministerio pastoral en
diferentes localidades hasta que llegó a Borja, donde supo ganarse el afecto de
todos por su juventud y simpatía.
El
cuidado que siempre puso en las celebraciones litúrgicas y su cercanía a las
cofradías que aquí constituyen un elemento fundamental de la religiosidad
popular, fueron siempre muy valorados.
No
hace mucho lo veíamos en la Casa de Aguilar bendiciendo los roscones de la
cofradía de San Bartolomé, con el pañuelo de las fiestas sobre el alzacuellos
que siempre vistió. La profusión de agua purificadora que derramaba cada vez que
empuñaba el hisopo será siempre recordada por quienes la recibían.
Para
nuestro párroco D. Carmelo Roy Blasco constituía una eficaz ayuda que, sin
duda, también encontrará en el nuevo sacerdote que, también procedente de
allende los mares, ha sido destinado a Borja. Porque hay un hecho evidente, la
escasez de sacerdotes constituye ya un grave problema que se va a ver
acrecentada en muy corto espacio de tiempo. En la página oficial de la
diócesis, que acabamos de consultar, se relaciona a los 80 sacerdotes
incardinados en ella que, en realidad son 79, dado que aún figura en ella D.
José Luis Gregorio Román, recientemente fallecido.
Pero
es un número engañoso, dado que es preciso restar a los que, por edad o
enfermedad, ya no pueden desempeñar su ministerio o están próximos a su retiro.
Hemos hecho un nuevo recuento, descontando a los que ya han cumplido los 80
años y el resultado es muy preocupante. Si la edad de corte la fijáramos en los
70, aún sería más alarmante.
En
alguna ocasión hemos hecho alusión a un comentario de un venerable clérigo que,
hace ya muchos años nos decía: “Llegarán a conocer el día en que un sacerdote
subirá los domingos a la cima del Moncayo para celebrar la Misa para Aragón y
Castilla”. Lo que entonces nos parecía una “boutade”, ahora lo vemos como un
imposible, dado que no se encontrarán sacerdotes con las condiciones físicas
para ascender a ese monte. Lo hizo, no hace mucho tiempo, uno que después
marchó a tierras andaluzas, destino apetecido también por otros que aún siguen
entre nosotros.
El
Señor proveerá, sin duda, obreros para su mies pero, mientras tanto, despedimos
con pesar a D. César Augusto, al que, desde sus años del seminario, nos
sentíamos especialmente vinculado.
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