Ese es
el nombre que recibía la actual plaza de Ntra. Sra. de la Peana, dado que allí
estaba el hospital Sancti Spiritus, en el edificio que hoy ocupa el Museo de la
Colegiata. La fuente, también llamada del hospital, había sido mandada
construir, a finales del siglo XVIII, por el mariscal de campo D. Eugenio
Navarro de Egui quien, a sus expensas, quiso facilitar el suministro de agua a
los enfermos acogidos en ese centenario centro asistencial. Al mismo tiempo
construyó la fuente del barrio, lo que le valió el reconocimiento de sus
paisanos. Fue un personaje ilustre, nacido en Borja, a quien los aragoneses
quisieron encargar de la defensa de Zaragoza, durante la Guerra de la Independencia.
Tenía ya 64 años y se consideraba ya mayor para esa misión. Además, era un
hombre sensato, por lo que declinó el ofrecimiento que recayó en Palafox que
tenía 32 años y era un desastre como militar y como persona, al igual que sus
hermanos, como han puesto de manifiesto diversos autores.
Pero
este comentario no pretende tratar sobre la personalidad del héroe de los
Sitios, al que hace tiempo queremos dedicar un amplio estudio, sino recordar el
aspecto que presentaba la plaza a través de estas fotografías de finales del
siglo XIX o comienzos del XX que, salvo la pavimentación, se mantuvo igual
hasta mediados del pasado siglo.
Por
una parte, en la primera imagen se puede ver cómo era la parte desaparecida de
la Casa de las Conchas, donde ahora se encuentra un aparcamiento. Fue derribada
en 1968, para acometer su restauración. Se levantó sólo una parte, quedando las
obras interrumpidas durante muchos años, tras varias fases de trabajo.
Finalmente, van a ser reanudadas muy pronto, de manera que la parte más
importante del edificio podrá ser utilizada.
En la
fotografía tomada desde el pórtico de la colegiata se ve el gran edificio que
delimitaba la plaza en la zona correspondiente a su salida hacia la plaza del
Mercado. Era un edificio sencillo, pero interesante, que le confería buena
parte de su personalidad.
Estuvo
abandonado durante años, hasta que fue derribado para levantar el actual bloque
de viviendas que nada tiene que ver con el edificio anterior. En esta imagen,
con sus cristales rotos se puede apreciar la placa original, de metal esmaltado
en azul, que fue colocada cuando se le dio el nombre de nuestra Patrona, con
ocasión de la inauguración del Rosario de Cristal en 1928. La de ahora, como
todas del resto de las calles es un azulejo de Muel y no sabemos el destino que
se dio a la antigua. En otros lugares suelen conservarse, incluso cuando
corresponden a nombres “apeados” del callejero, cosa que no ocurre en este
caso.
Finalmente
insertamos esta otra imagen que tiene también interés. Cuando fue realizada ya
se había derribado la Casa de las Conchas, pero aún se mantenían en pie los
edificios adosados a la roca del Cinto que años después fueron aplastados por
un desprendimiento con la fortuna de que, en esos momentos, sus habitantes se
encontraban fuera. A la derecha se ve otra casa de mayores dimensiones que,
como las anteriores, delimitaba el trazado de la calle de San Jaime. Curiosas
fotos de un pasado no demasiado lejano.
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