jueves, 11 de julio de 2019

Antiguos establecimientos comerciales de Borja


         Con frecuencia hemos lamentado la falta de fotografías de los antiguos establecimientos comerciales borjanos. Algunas hemos publicado en ocasiones anteriores, pero hoy queremos hacer referencia a las que aparecieron en el especial que Heraldo de Aragón, dedicó a la Feria de Borja en septiembre de 1922, en el que dedicaba amplio espacio a varios de esos comercios y pequeñas industrias. La reproducción de la imágenes a partir de un periódico no permite obtener una buena calidad, pero permiten hacernos una idea de cómo eran en aquellos momentos.

         Uno de ellos era el comercio de la Viuda de D. Miguel Gracia Clavería, situado en la plaza de España, donde actualmente se encuentra la sucursal de la Caixa. Era un acreditado comercio con características similares a los existentes en la calle de Goya y plaza de Santo Domingo.
 


     En este caso, ofrecía la singularidad de tener una sección de caja, con representación de todos los bancos zaragozanos, de los que era corresponsal, antes de que tuvieran sucursales propias en la ciudad. Como puede apreciarse, por el sello en seco que aparecen a la derecha de ambas fotografías, fueron realizadas por Juan Mora Insa.



         Otro histórico establecimiento era el de Ultramarinos de D. Eusebio Castellot que se encontraba en la plaza del Mercado, donde ahora está situada una conocida carnicería. Al igual que, en el caso anterior, estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XX, por lo que llegamos a conocerlos.




         Junto a ese comercio estaba la Farmacia de Sancho, que junto con la de D. Santiago Alberto, en la plaza de Casanova (Olmo) fueron las dos de la ciudad durante muchos años. La de D. Benito Sancho es la actual de Dª. María Ángeles Nogués, que sigue ocupando el mismo local.



Entre las industrias, Heraldo de Aragón, dedicaba un artículo a la fábrica de pasta de D. Francisco Fauquié, “un fabricante tan inteligente, tan escrupuloso y tan concienzudo que sólo emplea primeras materias de calidad insuperable y procedimientos de producción los más modernos y perfeccionados”. Según esa información, las pastas de sopa de la fábrica borjana se distribuían en las más apartadas regiones de España, merced al prestigio alcanzado por sus productos.



         Otra industria artesanal era “La Invencible”, denominación con la que se anunciaba el taller de alpargatería y cordelería fundado por D. Bernardo Aguarón en 1860. De su prestigio constituye una prueba el que, en la Exposición Hispano Francesa de 1908, celebrada en Zaragoza con ocasión del I Centenario de los Sitios, obtuvo una de las más preciadas distinciones.

         Su especialidad era la alpargata aragonesa, en cuya elaboración era considerado “el rey”, dado que no tenía rival. En la imagen aparecen los numerosos empleados con los que contaba esta industria, lo que también pone de manifiesto su importancia.





         También dedicaba un artículo al Casino de “La Amistad”, ofreciendo dos imágenes de sus instalaciones. Una corresponde al denominado “Salón de Fiestas” y la otra al “Bar Cabaret”. En el primero se celebraban diversos actos culturales y los bailes y fiestas de sociedad, en determinadas fechas del año. El segundo estaba destinado a bar cafetería con un pequeño escenario para actuaciones musicales.
         Aunque no incluye imágenes hay otro artículo dedicado al “Café Recreativo” que había sido inaugurado recientemente por iniciativa de D. Ángel Calahorra y D. Ángel Yarza, en un edificio de nueva construcción en la carretera de Ainzón.
         A este establecimiento ya hicimos referencia el pasado 3 de abril, dado que era algo más que un bar. Decíamos entonces: El supuesto café de “Calahorra y Compañía” era en realidad un cabaret, por utilizar una denominación, que inicialmente estaba ubicado al comienzo de la calle de San Francisco en el que los clientes podían entrar o salir, con más disimulo, por la calle Trinquete. Pero al tratarse de un emplazamiento demasiado céntrico para un local de esas características, sus propietarios los Sres. Calahorra y Yarza decidieron trasladarlo a una finca de la carretera de Ainzón. Allí adoptó el nombre de “Las tres carabelas”, aunque según relataba Francisco Domínguez era popularmente conocido como “el cabaret detrás de habas” ya que para iniciar las obras hubo que esperar a que se recogieran esas leguminosas que allí se cultivaban.
         Aunque las fotografías no son buenas, nos han servido para recordar a unos establecimientos de un pasado no demasiado remoto.

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