El año
pasado compartimos con los vecinos del Cinto de Borja el pequeño homenaje que
todos los años solían celebrar en lo que fuera el solar de la ciudadela de
nuestra ciudad, en torno a ese gran peñón que lo presidía y rodeado por las murallas
que mandó edificar Abderramán III, hoy en grave riesgo de perderse.
Era un
acto sencillo, ante la pequeña imagen del Santo Patrón de España, en el que,
tras unas preces, se compartían pastas y refrescos.
Hemos
vuelto este año a la misma hora, con cámara nueva que aún no sabemos manejar,
pero allí no hemos encontrado a nadie. Ignoramos si la fiesta se trasladó a
otro momento o el Santo ha dejado de recibir ese pequeño homenaje. Nos quedamos
sin las buenas pastas que allí se repartían.
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