Cuando el día 1 de
junio publicamos un artículo sobre fray Antonio José Rodríguez, monje del monasterio
de Veruela y autor de varias obras de Medicina que algunos han considerado de
gran interés, hacíamos alusión la demoledora opinión del Dr. D. Gregorio
Marañón sobre el monje cisterciense del que afirmaba que “ejerció también la
Medicina; uno de sus enfermos fue el famoso marqués de Mora, amante desdichado
de mademoiselle de Lespinasse. Es de suponer que el frívolo y librepensador
magnate recibiera, en la paz del monasterio de Veruela, eficaces ayudas
espirituales, que harto las necesitaba; pero, sin duda, no le aprovecharon los
remedios médicos del buen fraile, al que en su tiempo llamaron magister sine magistro, y que no fue
maestro de nada, pese al entusiasmo de Menéndez y Pelayo y del padre Coloma”.
La referencia al
marqués de Mora y a su amante nos interesó por lo que decidimos ampliar nuestros
escasos conocimientos sobre esa relación, descubriendo la vinculación familiar
entre el aristócrata y un borjano actual que ha destacado, en este caso, por su
dedicación al Arte y no por las veleidades amatorias de su antepasado.
Porque
se trataba de D. José María Pignatelli de Aragón y Gonzaga, V marqués de Mora y
III duque de Solferino, nacido en Zaragoza el 19 de abril de 1744, siendo hijo
de D. Joaquín Pignatelli de Aragón y Moncayo, conde de Fuentes y de Dª. Maria
Luisa Gonzaga y Caracciolo, duquesa de Solferino. No hemos encontrado imágenes
suyas, por lo que reproducimos la portada de la biografía que, sobre él,
escribió el P. Coloma, entusiasta también del P. Rodríguez, como señalaba
Marañón.
Con 16
años lo casaron con Dª. María del Pilar Abarca de Bolea, única hija del conde
de Aranda, con el propósito de unir a tan importantes familias. Como aportación
al enlace, se consiguió para el muchacho el nombramiento de abanderado en el
Regimiento de Guardias Españolas de Infantería, aunque no se incorporó a su destino
dado que el nuevo matrimonio viajó, con el conde de Fuentes a Londres, donde
había sido nombrado embajador (lo había sido antes en la corte piamontesa). En
la capital inglesa nació su primera hija, Joaquina, que apenas vivió unos
meses.
Regresaron
a Madrid, donde José María inició una brillante carrera militar en la que, a
pesar de su edad y su nula experiencia, le llevó a mandar, como coronel, el
regimiento de Mallorca en 1762 y al año siguiente el regimiento de Galicia.
Pero el
flamante coronel, a sus 19 años, tenía otras ocupaciones como dedicarse a
cortejar a la famosa actriz María Ladvenant y Quirante, la “Divina Mariquita”,
tres años mayor que él y primera dama de la escena española. Sus relaciones
causaron cierto escándalo, aunque la artista era objeto de la admiración de
destacados intelectuales como José Cadalso (también militar), el poeta Leandro
Fernández de Moratín (mucho más joven) y el propio Jovellanos. La actriz murió
con 25 años, dejando atrás una larga secuela de rivalidades profesionales y
escándalos más o menos públicos.
El 25
de agosto de 1764, su esposa dio a luz a su segundo hijo, al que impusieron el
nombre de Luis Gonzaga, al fin y al cabo estaban emparentados con el Santo,
pero murió de sobreparto y el niño quedó al cuidado de su abuela materna que,
sin embargo, falleció a los tres años.
Libre
de todo tipo de ataduras, el marqués de Mora decidió reunirse con su padre que,
por entonces, era embajador ante la corte de París, y allí el apuesto
aristócrata comenzó a frecuentar los más prestigiosos salones, donde conoció a mademoiselle
de Lespinasse.
Jeanne Julie Éléonore
de Lespinasse o Julie de Lespinasse, como se la conocía, era una persona
sumamente influyente, a través de las reuniones que organizaba en su domicilio
de la rue Bellechasse, de las que era asistente habitual Jean le Rond D'Alembert, el famoso filósofo y
director de La Encyclopédie, ou Dictionnaire
raisonné des sciences, des arts et des métiers, el paradigma del
pensamiento ilustrado.
José María se enamoró perdidamente
de Julie que, en cierta manera, le correspondió por lo que llegaron a pensar en
contraer matrimonio, a lo que se opuso la familia.
El
marqués de Mora tuvo también relación con Voltaire, al que visitó en Ferney,
despertando las simpatías del filósofo que pensó en él para utilizarlo como
introductor en España de las ideas de la Enciclopedia. En su opinión, se
trataba de un joven de extraordinario mérito que podía servirle de enlace con la
aristocracia española.
Regresó
a Madrid, donde representó a los condes de Fuentes en las capitulaciones
matrimoniales de su hermana María Manuela Pignatelli con el duque de
Villahermosa y, tras la boda, volvió con los recién casados a París, retomando
su relación con Julie.
Pero, en 1770, fue nombrado
Brigadier de los Reales Ejércitos y tuvo que viajar a la capital de España.
Para entonces habían comenzado a manifestarse los síntomas de la tuberculosis
que fueron los que le llevaron a Veruela para intentar la curación con la ayuda
de fray Antonio José Rodríguez que es lo que ha motivado este artículo.
Como apuntaba Marañón,
los cuidados del monje de nada valieron, pues fue empeorando y en enero de
1771, obtuvo la licencia absoluta en esos Reales Ejércitos a lo que no creemos
prestara demasiada atención.
Mientras tanto, Julie de
Lespinasse se había enamorado de otro militar, en este caso francés: el coronel
Guibert, aunque sin abandonar su relación epistolar con el marqués de Mora. El
tener dos amantes a la vez, aunque uno estuviera lejos, le planteaba ciertos
problemas de conciencia, según los autores que han estudiado sus cartas.
El que
no tenía problemas era el pobre José María, aunque no sabemos si conocía los
devaneos de su amada, porque cuando el “celestino” de D’Alembert le sugirió que
fuera a reunirse con Julie, el marqués no dudó en emprender el viaje, a pesar
de su lamentable estado de salud. No llegó a pasar de Burdeos donde, en un
hotel, falleció el 27 de mayo de 1774, consumido por la tuberculosis. Tenía 30
años recién cumplidos.
Para
Julie, la noticia constituyó un duro golpe al que vino a sumarse la boda del
coronel Guibert con otra mujer. En realidad, este último nunca había sentido la
misma pasión por ella que el marqués de Mora, pero para Julie la pérdida de sus
dos amantes le afectó profundamente y llegó a pensar en el suicidio. No hizo
falta pues la muerte le sobrevino en Paría el 23 de mayo de 1776, a los 44 años
de edad.
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