Gran
expectación entre las numerosas personas congregadas frente a la Casa
Consistorial, en la tarde del viernes (donde el reloj también se había detenido
en el pasado) para presenciar la gran noticia que el Justicia de la ciudad iba
a comunicar poco después.
La
tensión se incrementó cuando los miembros de consejo, vistiendo sus gramallas
de color naranja se asomaron al balcón principal del edificio.
Procedente
de la plaza de Santo Domingo llegó el cortejo que representaba al concejo y
universidad de la ciudad, convocado por el Justicia, para conocer las nuevas
que iban a serles transmitidas. La aljama de moros, cofradías, ricoshombres,
caballeros y personas relevantes, junto con los cuadrilleros de la Santa
Hermandad, formaban parte de la comitiva.
La
escena fue presentada por el relator, explicando a los asistentes el
significado de la misma. Inmediatamente, el Justicia dio a conocer que tenía
conocimiento de la próxima llegada de los Reyes Católicos a Borja, donde
pensaban permanecer varios días. Era preciso, por lo tanto, organizar un
caluroso recibimiento y preparar la ciudad para tan magno acontecimiento, para
lo que solicitaba el apoyo de todos.
No
había finalizado de hablar cuando se escuchó en la plaza la voz de “Correo de
Sus Altezas”, penetrando en ella un grupo de gente armada que portaba un pliego
dirigido al Justicia.
Entregado
que le fue, en el propio balcón de la Casa, no pudo contener su emoción al
constatar que los Reyes estaban ya en Tarazona desde donde, tras pernoctar esa
noche, emprenderían viaje hasta Borja para llegar a la mañana siguiente.
Había que
acelerar los preparativos y, tras vitorear al Rey de Aragón y a su esposa la
Reina de Castilla, ordenó marchar hasta el castillo para izar el señal real.
Caía
ya la noche cuando la multitud se dispuso a cumplir las órdenes de la primera
autoridad de la ciudad, organizando la comitiva que por la calle Nueva, plaza
del Mercado y calles de San Bartolomé, Rueda y Portaza ascendió hasta el Cinto.
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