miércoles, 10 de julio de 2019

Un ventrílocuo borjano olvidado


         Este elegante personaje fue uno de los grandes ventrílocuos españoles. Se llamaba Francisco Castillo y actuaba con el nombre artístico de “Caballero Castillo”. Había nacido en Borja y nada sabíamos de él, dado que su nombre ha quedado relegado en el olvido en nuestra ciudad. De hecho, no lo incluimos en nuestro Diccionario Biográfico que, día a día, va enriqueciéndose con nuevos personajes de toda la comarca.
 


         Casualmente, durante una revisión de antiguos periódicos conservados en nuestro archivo hemos encontrado esta entrevista que, con el título “Conversación con un gran ventrílocuo aragonés”, fue publicada en Heraldo de Aragón el 24 de septiembre de 1922, con ocasión del extraordinario dedicado a la Feria de Borja.
         La firmaba “El fantasma del Huecha”, seudónimo muy de la época que oculta la identidad del gacetillero que se refiere al personaje como “borjano de pura cepa”, el cual aparece en la imagen con el “periodista”, aportando el dato de que la foto fue realizada por “el insigne Méndez”, clara referencia a D. Manuel Méndez León, entonces residente en nuestra ciudad, donde ejerció como fotógrafo.
         Son interesantes los datos que aporta. Paco Castillo marchó de Borja a los 16 años para trabajar como acróbata en una compañía barcelonesa de circo, con la que estuvo en América, seis años en los Estados Unidos y cuatro en Sudamérica. Allí aprendió el inglés y el portugués, hasta que cansado del trabajo mecánico de un acróbata, decidió iniciarse como ventrílocuo, logrando triunfar con los muñecos que él mismo fabricaba.

         Adoptó el nombre artístico de “Caballero Castillo”. Había sido el “Caballero Felip” el primer en utilizar ese apelativo, al que siguieron el “Caballero Ariñano”, el “Caballero Rousel”, el “Caballero Julito” y, por supuesto, nuestro paisano, entre otros artistas de la época.



         Hemos encontrado numerosas referencias a las actuaciones de Castillo que eran celebradas por su excelente presentación en la que tomaban parte su “compañía” de autómatas, compuesta por 25 muñecos mecánicos, entre ellos los populares Pinocho y Matías, aunque seguía incorporando otros que, como hemos dicho, eran de fabricación propia. Así, en 1928, el diario canario Las Noticias daba cuenta del debut de un nuevo personaje: Pipo Musical, preguntándose si era hombre o muñeco, debido a su gran realismo.



         Lo cierto es que Castillo triunfó en España y en América, donde sus giras y actuaciones fueron constantes, siendo acogido con entusiasmo en los mejores teatros de cada país. En la entrevista se lamentaba de que, en 1922, aún no hubiera sido contratado en Zaragoza y se mostraba decidido a cumplir esa ilusión “aún a costa de tomar un teatro por mi cuenta”, pues “dejaría de ser aragonés si no consiguiese mi propósito por costoso que fuera”.




         Porque, de “Caballero Castillo” existen anuncios de actuaciones y crónicas siempre elogiosas de las mismas en muchos periódicos de todo el mundo, dado su continuo ir y venir de un lado a otro del Atlántico con anécdotas como la que relataba en la entrevista, acaecida en la aduana de Porto Alegre (Brasil), cuando al tratar indebidamente su equipaje, uno de sus muñecos lanzó un quejido lastimero, lo que provocó la detención del ventrílocuo hasta que se aclaró lo ocurrido.
         Nos satisface poder recordar la figura de este gran artista borjano, con la esperanza de llegar a completar todos los datos de la que, para nosotros, era una biografía ignorada.

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