lunes, 29 de julio de 2019

Justas medievales



         Uno de los espectáculos más vistosos de la recreación lo constituyen las justas medievales que se instauraron el pasado año y que, además de su carácter de exhibición, se pretendía que fueran también competitivas en torno, al menos, de uno de las primitivas pruebas medievales, el juego de la sortija.

         Este año, el palenque había sido instalado en un campo situado frente al recinto ferial y lo cierto es que hasta él acudieron muchas personas.





         Hasta allí llegó la comitiva real, pudiendo constatarse las muestras de cariño entre los esposos Coloma. Evidentemente, la convivencia ha hecho reverdecer las pasiones de la juventud.




         Frente al espacio reservado para el público, se había dispuesto una tribuna para el cortejo, presidida por los monarcas que dieron también constantes muestras de afecto y satisfacción por la brillantez de los actos que se habían ido sucediendo.






         En torno a ellos, radiantes damas vistiendo elegantes trajes. A algunas no las habíamos visto con anterioridad y otras mostraban nuevos vestidos que no conocíamos. Sin embargo, sus caras de alegría fueron palideciendo conforme el frío se iba adueñando del recinto, hasta el punto de hacernos recordar las altas temperaturas que el pasado año tuvimos que soportar en el mismo escenario.



         Como “juez” y comentarista de las justas contamos con un especialista de la compañía de los “Lobos Negros” que procuró avivar el interés de todos, especialmente cuando las sombras de la noche se cernían ya sobre el palenque.






         Ejercicios de doma y combates a pie y a caballo fueron algunos de los espectáculos ofrecidos.





         Junto a ellos, juegos de tan dilatada tradición como el del estafermo (muñeco giratorio sobre el que impacta la lanza), el de la “cabeza de turco” (en este caso representada por unas frutas y hortalizas) o el lanzamiento de bohordos sobre una diana, fueron recreados con no demasiado acierto.






         Pero el que esperábamos con mayor expectación era el juego de la sortija (prender cintas a caballo), dado que el Centro de Estudios Borjanos había ofrecido dos importantes premios en metálico a los vencedores. En ellos tomaron parte también caballistas locales. Pero la sorpresa fue que, ni ellos ni los profesionales, consiguieron ensartar ni una sola cinta.
         Evidentemente hay que ensayar y, probablemente las anillas eran de pequeño tamaño y la lanza excesivamente grande. Pero si en muchos otros lugares este juego se ha mantenido y despierta pasiones, algo similar podría ocurrir aquí. Por ello, vamos a mantener los premios con la esperanza de que acudan a competir muchos otros jinetes.

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