El doctor D. Antonio Gil Albarracín viene realizando una
interesantísima investigación sobre un tema al que, hasta el momento, no se le
había dedicado atención: el de las Patentes de Sanidad que, comentamos en un
artículo anterior, eran expedidas por las autoridades de las ciudades
portuarias para facilitar la circulación de los buques en tiempos de epidemia,
declarando que se encontraban libres de contagio.
De su trabajo ya nos hemos ocupado en otra ocasión pero,
ahora, nos ha remitido nuevas patentes que, como en los casos anteriores, a su
valor documental unen la condición de ser auténticas obras de Arte, dada la
calidad de los grabados que figuraban en ellas.
Esta primera fue expedida, en 1794, por la ciudad italiana
de Licata (Alicata), situada en la costa meridional de Sicilia, en uno de los
extremos del golfo de Gela. En el grabado está representada la ciudad, rodeada
de murallas, aunque sus casas ya habían desbordado el límite de las mismas.
A ambos lados, en sendos medallones aparecen Antífemo de
Rodas y Éntimo de Creta, considerados fundadores de la ciudad. En realidad, de
la ciudad de Gela de la que se consideraba heredera.
Era habitual la presencia de las advocaciones protectoras
que, en este caso, son la Inmaculada Concepción, flanqueada por San Onofre, un
santo ermitaños; San Ángel de Jerusalén, carmelita; San Antonio de Padua,
franciscano; y San Vicente Ferrer, dominico.
A la izquierda del grabado figuran las armas de la dinastía reinante
en Sicilia, en esos momentos, y las de la propia ciudad, timbrados con corona
real abierta.
Estas dos patentes son de la ciudad de Palermo, otra
importante localidad siciliana y fueron emitidas entre 1752 y 1794. Son modelos
muy similares, con una nutrida corte celestial, como la califica el Dr. Gil
Albarracín, presidida por Jesucristo y la Virgen María sobre los que se
encuentra el Espíritu Santo, en forma de paloma.
A la derecha de todos ellos se encuentran Santa Rosalía, que
fue natural de esa ciudad; Santa Ninfa, una mártir menos conocida, también
siciliana; San Mamiano, que fue arzobispo de Palermo en el siglo V y murió
martirizado; y el Papa San Agatón que
nació en Palermo, siendo Patrón de la ciudad.
A la izquierda aparecen Santa Cristina de Bolsena, mártir
del siglo III; Santa Ágata, natural de Catania; Santa Oliva, nacida en Palermo
y martirizada en Túnez; San Cosma, al que se supone nacido en Palermo y que fue obispo en África; y otro Santo Papa que
puede ser San Gregorio Magno o san
Sergio I, el primero hijo de una palermitana y el segundo nacido en la ciudad.
Las armas representadas son las de Carlos III de España que,
con anterioridad, fue rey de Sicilia y las de la ciudad de Palermo que son un
águila con las alas desplegadas.
Como puede apreciarse, en tiempos de epidemia se buscaba la
protección de todos los santos que tuvieran alguna vinculación con las
respectivas localidades. En este caso, el estudio del Dr. Gil Albarracín ha
permitido identificar a todos los que aparecen en cada una de las patentes
sobre las que, además, destaca el interés de los artistas que las realizaron, algo que también merece
un estudio detenido.
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