La publicación ayer de este grabado de Borja, aparecido en
la obra de Bernardo Espinalt y García, Atlante
español, ha despertado el interés de muchos lectores que se han percatado
de los muchos errores que contiene, en cuanto a la ubicación de los edificios
más significativos.
En nuestro comentario nos limitamos a llamar la atención
sobre dos datos que considerábamos interesantes, porque el resto es fruto de la
imaginación del autor. Nada se ajusta a la realidad, pues como indicábamos todo
era fruto de su imaginación. Basta con constatar el aspecto del castillo o la
extraña situación del Santuario de Misericordia.
Pero un sagaz lector nos comenta también que, si el libro
fue publicado en 1779, hacía ya mucho tiempo que el escudo de Borja no es el
que aparece en el grabado. Tiene razón, dado que, al término de la Guerra de
Sucesión, Felipe V incorporó a sus armas un león rampante y la flor de lis,
junto con la leyenda “Saqueada por ser siempre Fidelísima”, en reconocimiento a
su decidida defensa de la causa borbónica. No obstante, en este caso el error
de Espinalt puede tener justificación.
Porque no fue hasta 1788 cuando el Ayuntamiento de Borja
mandó grabar sus armas con la incorporación de las nuevas figuras, aunque
situadas de forma totalmente contraria a las leyes de la Heráldica.
El grabado, sin embargo, es muy bonito, siendo el dibujo
obra del gran pintor borjano Buenaventura Salesa y la impresión de uno de los
mejores grabadores del momento, Mateo González.
El motivo de colocar el león y la flor de lis sobre las
almenas del castillo respondía a una necesidad práctica. Como todos saben, las
primitivas armas de Borja eran solamente un castillo, como puede verse en el
existente en una de las columnas del patio del actual Museo de la Colegiata
(antes hospital) que además está datado en 1560.
Lo mismo sucedía en el que había en la fachada de la Casa
Consistorial y, cuando en el siglo XVII, se decidió incorporar la vaca, no se
les ocurrió mejor solución que labrarla destruyendo las rocas sobre las que se
asentaba el castillo que quedó en el aire, como puede apreciarse muy bien en
esta foto.
En el siglo XVIII hubo que añadir el león y la flor de lis.
Como no era cuestión de hacer un nuevo escudo, no encontraron otro sitio que
cortar las almenas del castillo para colocar una pequeña flor de lis y, a falta
de espacio, el león rampante se transformó en un animal “pasante”, cabalgado
sobre las otras dos almenas. Decimos intencionadamente lo de “animal”, dado que
cuando en el siglo XIX la Real Academia de la Historia pidió a todos los
Ayuntamientos de España que enviasen una descripción de sus armas, el de Borja
informó de que, sobre el castillo había “un cordero”. Sorprendente confusión
por la que el león, símbolo de su heroísmo, fue trocado por un manso
corderillo. Así se escribe la historia.
Pero, si todo ello es llamativo en el escudo de la Casa
Consistorial mucho más lo es en el del Pósito Municipal, sito también en la
plaza de España. Ahí se ven completamente cercenadas las almenas para acomodar
a las nuevas piezas, mientras que el castillo parece aplastar a la vaca situada
donde antes estaban las sólidas rocas en las que se alzaba.
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