D.
Alberto Aguilera Hernández está preparando estos días el artículo que el
Instituto Histórico Dominicano le ha encargado, sobre las huellas de la
presencia de la Orden de Predicadores en nuestra ciudad.
Por ese motivo, ha tenido que revisar las abundantes obras de Arte que aquí se conservan, procedentes del convento de San Pedro Mártir de Borja, entre ellas los dos lienzos que flanquean el altar de Ntra. Sra. de la Peana en la colegiata de Santa María, de los que lamentablemente no tenemos, por el momento, imágenes detalladas.
Ya
habían sido objeto de atención por parte del Prof. D. Juan Carlos Lozano que,
en un trabajo publicado en Joyas de un Patrimonio IV. Estudios, los había
atribuido a Juan Zabalo, describiéndolos como “Predicación de San Vicente
Ferrer” y “Santo obispo dominico”.
Ha
sido ahora el Dr. D. Alberto Aguilera Hernández quien ha podido precisar que
ese obispo es San Agustín Lucerino, al que se le representa con los atributos
episcopales y un plato con peces en su mano, como sucede en este grabado de
Palomino.
San
Agustín, había nacido en Trau, ciudad de la Dalmacia, hacia 1260, en el seno de
una familia noble. A temprana edad profesó en la Orden de Predicadores y, por sus
cualidades intelectuales fue enviado a estudiar a París, donde fue discípulo de
Santo Tomás de Aquino. Posteriormente, ejerció su ministerio en Italia, Bosnia
y Hungría. En este último país coincidió con el también dominico Nicolás
Bocasini que era Legado Pontificio en aquellos territorios. Al acceder al solio
pontificio, con el nombre de Benedicto XI, decidió nombrarlo obispo de Agram
(Hungría), ordenándole que se presentara en Roma para cumplimentarle.
Fue
allí donde obró varios prodigios. En primer lugar curó al Papa del mal de gota
que le afligía, tan sólo con besarle la mano. En agradecimiento, le invitó a
comer y, habiéndole presentado un plato con dos perdices asadas, temió quebrar
la austera regla de abstinencia de su orden y, encomendándose al cielo, las
perdices salieron volando del plato y en su lugar aparecieron los dos peces
guisados con los que se le representa como atributo personal.
A
petición del rey de Calabria fue promovido después a la diócesis
Lucerina-Troiana, en la Apulia, donde falleció el 3 de agosto de 1322, siendo
aprobado su culto por el Papa Clemente XI.
De
esta última diócesis toma el apelativo y los peces aparecen en todas sus
representaciones iconográficas como la de esta última imagen perteneciente a la
iglesia del Pilar de Valencia, antigua iglesia conventual de los dominicos.
Volviendo
a los lienzos de Borja, si nos fijamos en el de la derecha, puede verse el
plato con los peces en su mano izquierda, mientras que los ángeles sostienen el
capelo y el báculo que, con la mitra con la que se toca son propios de su
condición de obispo.
Pero,
en el de la izquierda, que el Prof. Lozano identificó como predicación de San
Vicente Ferrer, El Dr. Aguilera se ha percatado acertadamente que, en torno a
la figura del predicador hay unos ángeles que llevan también el báculo, la
mitra y el capelo, propios de un obispo, por lo que no puede tratarse de San
Vicente, dado que nunca lo fue.
Por
otra parte, a los pies del púlpito aparecen dos religiosos dominicos tomando
notas. El de la izquierda lleva en torno al cuello, el collar con el sol
radiante propio de Santo Tomás de Aquino. Comoquiera que fue profesor de San
Agustín Lucerino es lógico concluir que el predicador es él, teniendo en cuenta
que forma “pendant” con el otro lienzo.
Queremos
felicitar al Dr. Aguilera por este estudio, en modo alguno sencillo, que
constituye un avance más en el conocimiento de nuestro Patrimonio Cultural.
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