Hemos recibido el nº 122 de la revista La Magia de Viajar por Aragón, entre cuyos contenidos queremos destacar el artículo de Alejandro Alagón dedicado a la “Ruta de Gustavo Adolfo Bécquer en el 150 aniversario de su fallecimiento”, por el que desfilan todos los municipios de la cuenca alta del Huecha y el monasterio de Veruela del que se recuerda que su conservación fue posible gracias a la junta integrada por ciudadanos de Borja y Tarazona, que fue la que puso en marcha la hospedería en la que se alojó el poeta sevillano. En la descripción que efectúa de Trasmoz no puede faltar esa desafortunada alusión a que sigue siendo el único pueblo excomulgado de España, desde el siglo XIII y, además, maldito en el XVI, algo que recientemente nos encargamos de desmentir.
Por lo
demás, hay otros artículos dedicados al Parque Cultural del Chopo Cabecero del
Alto Alfambra; a los tesoros ocultos de la encomienda templaria de Monzón; a La
Cartuja Baja; los nuevo ibones del Pirineo; los parques escultóricos de
Hinojosa de Jarque y Alloza; y los balnearios olvidados de Aragón, entre otros
reportajes.
La
Universidad de Sevilla nos ha remitido el nº 51 de su revista Habis con interesantes contenidos entre
los que queremos destacar el artículo de Francisca Chaves Tristán sobre “El
tesoro de aúreos hallado en Itálica”. Ese hecho acaeció en 1898 y, según
algunas fuentes estaba integrado por cerca de 1.500 monedas mas dos lingotes de
plata y uno de oro. En unos momentos en los que no existía legislación sobre
este tipo de hallazgos, la terquedad de quienes lo encontraron impidió su
estudio detallado y su conservación, de manera que sólo quedaron datos de 144
monedas que pudieron ver los especialistas enviados para su reconocimiento. A
partir de esos datos, se ofrece una visión de la importancia de un hallazgo
que, como otros posteriores, se perdieron para siempre. Basta recordar el
tesorillo de Borja o el aúreo encontrado durante las obras del edificio del
Instituto, por citar sólo algunos casos próximos, pues hubo otros.
Josep
Vilella firma otro trabajo sobre “Los obispos emeritenses del Imperio romano
cristiano”, entre los que se menciona a Hidacio que fue uno de los doce
prelados que asistieron al I Concilio de Zaragoza.
Dos
artículos sobre pequeños fragmentos de inscripciones romanas: una procedentes
del ager Aesonensis (actualmente depositada en el Museo de la Conca Dellà) y la
otra subastada por una casa sevillana (desde donde pasó a manos privadas), nos
permite concebir la esperanza de que, en algún momento, podremos dar a conocer
la conservada en nuestro Centro.
Algo parecido
ocurre con el interesante análisis de un sello inédito sobre un ánfora
encontrada en el Cerro de los Mártires (San Fernando), realizado por María de
los Reyes López Jurado y Antonio Manuel Sáez Romero, que nos induce a estudiar
los existentes en algunas piezas del Museo Arqueológico de Borja.
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