Iniciamos
un nuevo año, algo a lo que solemos conceder una relevancia excesiva, dado que
el paso desde el último día de diciembre al primero de enero no deja de ser
algo convencional dentro del natural transcurrir del tiempo.
Es
también costumbre expresar deseos de felicidad para todos, aunque luego la
realidad no se ajuste a ellos. En este caso, el nuevo año nos ofrece, de
entrada, un incierto panorama por la presencia de una pandemia que, en modo
alguno, ha remitido. Los anuncios de una nueva ola y la cancelación de
celebraciones tan emblemáticas como la Semana Santa y la Feria de Sevilla nos
hacen temer que vamos a seguir teniendo problemas parecidos a los que ya
vivimos en 2020.
Por
ello, no debemos abandonar las medidas de protección recomendadas, a la espera
de que “el tiempo escampe”, con la seguridad de que, en algún momento, esta
pesadilla desaparecerá aunque probablemente no todo volverá a ser igual que
antes.
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