Coincidiendo con la celebración de la Exposición Internacional de Zaragoza, en 2008, estaba prevista la inauguración del Parador Nacional de Veruela. Transcurridos más de 15 años, nada hace suponer que su apertura vaya a efectuarse y no faltan quienes especulan con la posibilidad de que ese parador llegue a ser una realidad.
Ojalá se equivoquen, aunque hay precedentes de paradores que
llegaron a ultimarse y no fueron inaugurados. Ese fue el caso del castillo de
Fuensaldaña, en Valladolid que, en 1977, cuando las obras del parador estaban prácticamente
acabadas y se habían invertido más de 50 millones de pesetas de la época cuando
se decidió renunciar al proyecto. Destinado a usos culturales, durante un tiempo
albergó a las Cortes de Castilla León y, cuando lo abandonaron, volvió a ser
reacondicionado como museo por la Diputación Provincial de Valladolid que es su
propietaria.
En el caso de Veruela, las obras finalizaron
hace tiempo, a falta de algunos detalles, aunque aún no se ha procedido a su
amueblamiento. La transformación en parador de una amplia zona del monasterio,
incluyendo espacios monumentales que, hasta el inicio de los trabajos, eran
accesibles al público ha dado lugar a que muchas personas desconozcan ya
elementos patrimoniales de singular valor, al margen de las alteraciones que,
en opinión de algunos expertos, se han producido en otros.
Una de esas zonas ocultas es la gran
escalera monumental que daba acceso al monasterio nuevo, con su espectacular
cúpula, mandada construir por un abad borjano al que hoy queremos recordar. Se
trata de fray Bernando López, nacido en Borja en 1598, que tras profesar en
Veruela fue enviado a estudiar Teología al colegio que la Orden tenía en Huesca.
Ejerció como abad durante dos
cuatrienios: entre 1652 y 1656; y entre 1660 y 1164. No fue el único abad
nacido en nuestra ciudad, pues también lo fueron, con anterioridad fray Nicolas
Mañas de Aybar (1646-1648) y fray Jerónimo Amat (1648-1652), entre otros
posteriores (estudiados por Manuel Ramón Pérez), como el famoso fray Martín de
Vera que llegó a desempeñar el cargo en cuatro ocasiones.
Fray Bernardo, además de la
espectacular cúpula también mandó construir la actual sacristía del templo del
monasterio, así como los nuevos dormitorios. De todo ello, lo único a lo que
los visitantes actuales pueden acceder es a la sacristía.
En la preciosa cúpula profusamente
decorada con estucos policromados, están representados San Benito y San Roberto
de Molesme, con hábito negro; y con hábito blanco San Bernardo y San Esteban
Harding. Entre ellos, ángeles que portan instrumentos musicales.
Aunque la cúpula en su conjunto no ha
sido objeto de un estudio detallado, si han merecido atención los escudos que
aparecen en las pechinas, a los que Manuel Monreal dedicó un artículo en Emblemata,
precisando su adscripción y los errores cometidos en la restauración respecto a
metales y esmaltes de los mismos. Son los de Veruela, del Císter, el supuesto
del fundador Pedro Atarés, y el de las órdenes militares sufragáneas del
Císter, en concreto las del Temple (según su opinión), Calatrava, Alcántara,
Montesa, Avis y Cristo de Portugal.
Las circunstancias descritas anteriormente
nos han impedido disponer de imágenes detalladas de esta importante obra que
mandó construir un ilustre hijo de Borja.
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