sábado, 25 de noviembre de 2023

La cúpula de un abad borjano que no podemos ver

         Coincidiendo con la celebración de la Exposición Internacional de Zaragoza, en 2008, estaba prevista la inauguración del Parador Nacional de Veruela. Transcurridos más de 15 años, nada hace suponer que su apertura vaya a efectuarse y no faltan quienes especulan con la posibilidad de que ese parador llegue a ser una realidad. 


Ojalá se equivoquen, aunque hay precedentes de paradores que llegaron a ultimarse y no fueron inaugurados. Ese fue el caso del castillo de Fuensaldaña, en Valladolid que, en 1977, cuando las obras del parador estaban prácticamente acabadas y se habían invertido más de 50 millones de pesetas de la época cuando se decidió renunciar al proyecto. Destinado a usos culturales, durante un tiempo albergó a las Cortes de Castilla León y, cuando lo abandonaron, volvió a ser reacondicionado como museo por la Diputación Provincial de Valladolid que es su propietaria.

 

         En el caso de Veruela, las obras finalizaron hace tiempo, a falta de algunos detalles, aunque aún no se ha procedido a su amueblamiento. La transformación en parador de una amplia zona del monasterio, incluyendo espacios monumentales que, hasta el inicio de los trabajos, eran accesibles al público ha dado lugar a que muchas personas desconozcan ya elementos patrimoniales de singular valor, al margen de las alteraciones que, en opinión de algunos expertos, se han producido en otros.

 


         Una de esas zonas ocultas es la gran escalera monumental que daba acceso al monasterio nuevo, con su espectacular cúpula, mandada construir por un abad borjano al que hoy queremos recordar. Se trata de fray Bernando López, nacido en Borja en 1598, que tras profesar en Veruela fue enviado a estudiar Teología al colegio que la Orden tenía en Huesca.

         Ejerció como abad durante dos cuatrienios: entre 1652 y 1656; y entre 1660 y 1164. No fue el único abad nacido en nuestra ciudad, pues también lo fueron, con anterioridad fray Nicolas Mañas de Aybar (1646-1648) y fray Jerónimo Amat (1648-1652), entre otros posteriores (estudiados por Manuel Ramón Pérez), como el famoso fray Martín de Vera que llegó a desempeñar el cargo en cuatro ocasiones.

 


         Fray Bernardo, además de la espectacular cúpula también mandó construir la actual sacristía del templo del monasterio, así como los nuevos dormitorios. De todo ello, lo único a lo que los visitantes actuales pueden acceder es a la sacristía.

 

         En la preciosa cúpula profusamente decorada con estucos policromados, están representados San Benito y San Roberto de Molesme, con hábito negro; y con hábito blanco San Bernardo y San Esteban Harding. Entre ellos, ángeles que portan instrumentos musicales.

         Aunque la cúpula en su conjunto no ha sido objeto de un estudio detallado, si han merecido atención los escudos que aparecen en las pechinas, a los que Manuel Monreal dedicó un artículo en Emblemata, precisando su adscripción y los errores cometidos en la restauración respecto a metales y esmaltes de los mismos. Son los de Veruela, del Císter, el supuesto del fundador Pedro Atarés, y el de las órdenes militares sufragáneas del Císter, en concreto las del Temple (según su opinión), Calatrava, Alcántara, Montesa, Avis y Cristo de Portugal.

         Las circunstancias descritas anteriormente nos han impedido disponer de imágenes detalladas de esta importante obra que mandó construir un ilustre hijo de Borja.


 

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