Una de las visitas más interesantes que efectuamos en Narbona fue la del antiguo Palacio de los arzobispos, contiguo a la catedral que, actualmente, alberga parcialmente la sede del Ayuntamiento.
Sin embargo, el impresionante conjunto
acoge también un museo en el que, hasta hace pocos años, se mostraban muchas de
las piezas ahora expuestas en el Narbo Via, al que hicimos referencia en un
artículo anterior.
Aún queda allí una sala con materiales
arqueológicos y la reproducción de una cueva con enterramientos. También
pudimos ver un cráneo trepanado, en el que por el reborde de la herida podemos
conocer que el individuo sobrevivió a la delicada operación.
Pero, lo que nos interesa destacar es
el magnífico tapiz que pudimos ver en otra de las salas, con una representación
de la Santísima Trinidad que se aleja de los modelos habituales, aunque no es
un caso único. Ya en uno de los cursos que organizábamos en nuestro Centro,
mostramos ejemplos similares e, incluso, algunos más “atrevidos” y alejados de
la ortodoxia.
En este caso, las tres Personas de la
Santísima Trinidad aparecen representadas de igual manera, tanto en sus rostros
como en sus vestimentas, con capa pluvial y tocadas con corona imperial,
empuñando un centro. Nada diferencia, salvo su posición, al Padre del Hijo y
del Espíritu Santo. La representación se repite en el tapiz en varias escenas
referidas a la creación del mundo y al Paraíso.
En la misma sala pueden verse excelentes
muestras de eboraria, como la pequeña arqueta de marfil, de origen musulmán, utilizada
como relicario; la cubierta de un libro con representaciones de la Pasión o una
preciosa arca de labor, decorada con numerosos camafeos romanos.
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