El pasado mes de octubre, el presidente del Gobierno de Aragón D. Javier Lambán visitó al Papa Francisco y, en el transcurso de una cordial entrevista, solicitó del Pontífice la rehabilitación de Benedicto XIII, nacido en Illueca en 1328. Ya la habían pedido con anterioridad los prelados aragoneses.
Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor
(1328-1423) del que este año se conmemora el VI centenario de su fallecimiento
en Peñíscola, había nacido en Illueca, y tras estudiar Derecho en la Universidad
de Montpellier, donde fue profesor de Derecho Canónico, fue creado cardenal por
Gregorio XI, el Papa de Aviñón, al que acompañó durante su retorno a Roma.
Fallecido el Pontífice en 1378, los
cardenales reunidos en cónclave para designar a su sucesor, eligieron en medio
de una gran presión por parte del pueblo romano al arzobispo de Bari,
Bartolomeo Prignano, que tomó el nombre de Urbano VI. Pero, el carácter del
nuevo Papa hizo que, muy pronto, la mayor parte de los cardenales cuestionaran
el carácter legítimo de su elección, al verse sometidos a serias coacciones y,
en consecuencia, decidieron reunirse en Fondi donde, eligieron a Roberto de
Ginebra, que adoptó el nombre de Clemente VII, retornando a Aviñón. Se iniciaba
así el llamado Cisma de Occidente con dos Papas, cada uno de los cuales concitó
la obediencia de determinados reinos.
En 1394, al fallecer Clemente VII, fue elegido como sucesor Pedro de Luna, con el nombre de Benedicto XIII, iniciando un dilatado pontificado durante el cual hizo frente a sus numerosos adversarios y a las defecciones de sus partidarios.
Hombre de gran integridad y sumamente
piadoso, se conocen sus rasgos a través del busto de San Valero que se conserva
en la Seo zaragozana, que supuestamente es un retrato suyo.
No vamos a detallar las circunstancias
que rodearon el complejo proceso del cisma, en el que, mientras que Benedicto
XIII se mantuvo convencido de ser el auténtico sucesor de San Pedro, en la sede
de Roma, se sucedieron varios Papas. Para poner fin a esta anómala situación se
convocó un concilio en Pisa, en el que se propuso que el entonces Papa de Roma
Gregorio XII y Benedicto XIII, abdicaran conjuntamente, cosa que no hicieron y
las cosas empeoraron cuando los cardenales reunidos allí eligieron un nuevo
Papa, con el nombre de Alejandro V, de manera que, en lugar de dos, había ya
tres Papas.
Fue el emperador Segismundo quien, para
resolver de una vez el cisma, convocó un nuevo concilio en Constanza, en el que
fue depuesto Juan XXIII, sucesor de Alejandro V y renunció Gregorio XII, pero
nada hizo cambiar la opinión de Benedicto XIII que se mantuvo recluido en el
castillo de Peñíscola hasta el fin de sus días. En 1417, el cisma llegó a su
fin, con la elección de Martín V.
Benedicto XIII había sido declarado
hereje y cismático por el concilio de Constanza que, asimismo, lo excomulgó,
siendo considerado desde entonces antipapa. Por consiguiente, la petición de
rehabilitación parece que incluiría el levantamiento de la excomunión pero ir más
allá podría implicar serios problemas.
La sorpresa ha surgido, cuando tras la
petición del Presidente de Aragón, ese pintoresco personaje que es el cardenal
Víctor Manuel Fernández, un argentino de meteórica carrera eclesiástica al que
su compatriota ha nombrado Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe, se ha “descolgado” pidiendo información sobre Benedicto XIII a diversas
personas y entidades de Illueca y Peñíscola, mostrándose también interesado por
la obra del ilustre sacerdote D. Ovidio Cuella, que publicó el bulario del Papa
Luna en varios tomos.
Esas peticiones han causado perplejidad
a los expertos pues parece razonable pensar que todos los datos que se puedan
aportar desde España, tienen que obrar en los archivos vaticanos y muchos más.
Cabe pensar que el nuevo prefecto no ha tenido tiempo de consultarlos.
Pero lo que se espera con auténtica
expectación es el alcance de la rehabilitación. Que Benedicto XIII era un santo
varón es algo que no ofrece duda, pero si, como él consideraba, fue un papa
legítimo, ¿Cómo va a restablecerse la continuidad apostólica?
Tras su muerte, fue elegido un sucesor,
nacido en Teruel, que eligió el nombre de Clemente VIII, aunque renunció poco
después. Pero existe una leyenda que afirma que su sucesión no se extinguió,
llegando hasta nuestros días en la persona de un supuesto Benedicto XL, que más
bien parece un personaje de ficción, creado por novelistas amante de lo
esotérico.
Retirar la excomunión es algo sencillo.
Ya se hizo con Lutero, pero el que hasta ese momento había sido considerado un
heresiarca, no era Papa. En el caso de Benedicto XIII, los problemas pueden ser
mayores, salvo que su rehabilitación sea parcial. Veremos lo que decide el
cardenal Fernández que es quien, en definitiva, tiene la última palabra en la
etapa final de este pontificado que será recordado durante mucho tiempo.
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