martes, 21 de noviembre de 2023

Un museo que nos impresionó

 

         Durante nuestra estancia en Francia, han sido varios e importantes los museos de Arte religioso que hemos visitado, pero el que más nos impresionó fue un museo arqueológico, el Narbo Via, de Narbona, creado por el gran arquitecto Sir Norman Foster, en colaboración con el Studio Adrien Gardére, para mostrar una fascinante colección de restos de la que fuera la primera provincia romana en la Galia.



         Pero, el verdadero impulsor de esta maravilla fue el Prof. Jacques Michaud que nos recibió a la llegada al museo y, con el que tuvimos la oportunidad de dialogar en un correcto español, expresándonos su satisfacción por el hecho de ser Hijo Adoptivo de la ciudad de Toledo.




         El eje central del museo está constituido por una sencilla instalación en la que se muestra la impresionante colección lapidaria, la más importante del mundo tras la de los museos del Capitolio de Roma, con 760 piezas expuestas, de un fondo de más de 1.500.

         Muchas de ellas proceden de edificios públicos de Narbona, pero también hay un relevante conjunto que tienen su origen en monumentos funerarios. Llegaron aquí desde el Museo Lapidario que estuvo instalado en la iglesia de Notre-Dame de Lamourguier y del que se encontraba en el palacio de los arzobispos de Narbona (que también visitamos).

 




         Constituye una delicia recorrer las distintas salas de este museo, muy bien estructurado, en el que se dedica especial atención al puerto de la ciudad, de gran importancia como centro de comunicación con la metrópoli y vía de salida para sus exportaciones.

 






         Pero, no es menor el interés de la recreación de los distintos espacios de una villa romana, excavada entre 1973 y 2013, con lujosas estancias decoradas con pinturas murales y mosaicos.

 



         La vida cotidiana, el mundo funerario, la religión y la imagen de sus ciudadanos centran la atención en otros lugares del recorrido por las diferentes salas.

 


         También pueden encontrarse testimonios de la Narbona cristiana, como el sarcófago del siglo IV, llamado “del orante”, descubierto en una calle de Narbona en 1848. La última imagen corresponde a una pieza excepcional, única en el mundo. Se trata de una reproducción en mármol blanco del edículo del Santo Sepulcro de Jerusalén, realizada en el siglo V, encontrada en el siglo XVII cuando fue demolida la torre Mauresque. 



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