Rosa María Aranda Nicolás (1920-2005) fue una importante escritora aragonesa a la que hemos venido prestando especial interés, tanto por la calidad de sus obras, como por el hecho de que su abuela materna era natural de Novillas, por lo que tenía relación con nuestra comarca, aunque fuera remota.
Ahora, hemos conseguido cuatro obras
suyas, publicadas por Ediciones Cañamañas, posiblemente por iniciativa de sus
allegados, que vienen a sumarse a las que ya teníamos en nuestra biblioteca.
Una de ellas es Cartas a mis muertos,
que no llegó a ver la luz en vida y que es una secuela de ese anecdotario vital
que fue Paisajes internos, publicado en la Biblioteca de Autores
Aragoneses. En ella, cuando ya veía acercarse su fin, dirige unas cartas a sus
allegados, ya fallecidos, expresando sus últimas sensaciones respecto a un
mundo que ya no comprende y al que se enfrenta con su progresivo deterioro
físico, apenas paliado por una asistencia sanitaria que dista mucho de aquellos
médicos de familia que le atendieron durante buena parte de su vida.
También la muerte está presente en Óbitos
(y otros relatos), los últimos que escribió, cuando sentía muy próximo su
final. Son siete relatos en, cuatro de los cuales, los que narra otros tantos
fallecimientos, con el sentido del humor que le caracterizó y con el que hace
frente al dramatismo de ciertas situaciones. Un humor aún más escatológico
impregna el relato “Intimidad”, mientras que en los últimos aborda cuestiones
como la presencia de la mujer en el mundo empresarial o la tragedia que
representa el vivir sin los recursos necesarios.
Veinte relatos cortísimos para
amigos y sucedáneos fue publicado por la autora de forma artesanal, en la
segunda mitad de los años 80 del pasado siglo. Eran fotocopias del texto
original y portadas pintadas a mano por ella, todo ello cosido a mano. Ahora,
ven de nuevo la luz, con un prólogo de su hijo Alfonso de la Figuera Aranda,
manteniendo el que Rosa María incluyó inicialmente en su recopilación de sus 21
microrrelatos.
Finalmente, Un delfín, una orilla,
una memoria es la última colección de poemas que escribió, como continuación
de otros poemarios anteriores, en lo que, como se detalla en su síntesis,
repasa sentimientos, anhelos, miedos y obsesiones, en el marco de su eterno
conflicto entre fe y realidad.
En resumen, cuatro obras cuya publicación
constituye el mejor homenaje familiar a esta escritora que consideramos como propia.
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