Habitualmente, cuando viajábamos a Santiago de Compostela solíamos alojarnos en el Hostal de los Reyes Católicos, considerado uno de los mejores paradores de España. En esta ocasión sólo estuvimos allí para asistir a la recepción que fue ofrecida a los congresistas, en uno de sus más llamativos salones.
El propio marco y la presencia de algo
tan folclórico (como reliquia de un pasado que probablemente ya no existe),
cautivó a los visitantes extranjeros, pero también a muchos de los “ancianos”
españoles, alguno de los cuales incluso había formado parte de la tuna en sus
lejanos tiempos universitarios, aunque los “nuevos” tunos parecían coetáneos
suyos. El acto sirvió también para estrechar los lazos de amistad
hispano-británica.
Pero, este comentario viene determinado porque la organización nos alojó en un hotel que no conocíamos: la Quinta do auga. Aunque está situada a cierta distancia del centro de la ciudad de Santiago, la belleza de su entorno y sus excelentes instalaciones nos proporcionaron una estancia sumamente agradable, compartiendo momentos inolvidables con su propietaria y artífice de su rehabilitación, la arquitecta Dª. María Luisa García Gil, Delegada de Hispania Nostra en Galicia.
Las gratas veladas al calor de la
lumbre, el confort de sus instalaciones y la atención que nos dispensó, a lo
largo de toda nuestra estancia, su personal, han hecho que este hotel, que ya
lleva funcionando varios años, se convierta en destino preferente para el
futuro.
Y eso que no pudimos acercarnos al
magnífico spa con que cuenta, ni disfrutar de otras instalaciones de este lugar
maravilloso que María Luisa hizo surgir de una antigua instalación fabril
abandonada. Sumamente recomendable para quienes quieran disfrutar de unos días de
reposo y la distancia no es obstáculo para conocer también a la capital de
Galicia.
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