Ayer
domingo se celebró la II edición de la exhibición de antiguas faenas agrícolas,
organizada por el M. I. Ayuntamiento de Borja, atendiendo a la iniciativa de un
grupo de entusiastas agricultores auténticos. Una iniciativa de gran interés
que merece la pena apoyar e, incluso, impulsar con una mayor participación que,
sin duda, se ve limitada por la climatología. Hizo mucho calor pero la
recolección de los cereales siempre se desarrolló en condiciones duras, como
otras faenas agrícolas. Basta recordar el frío que acompaña a la recogida de la
oliva.
Pero
allí estaban ese esforzado grupo de agricultores que, a las nueve de la mañana,
se concentraron en la plaza del Mercado para emprender la marcha en dirección
al recinto ferial, donde iba a desarrollarse la exhibición.
Allí
sonó la jota, cantada como siempre por las buenas voces de nuestra ciudad,
antes de que se iniciara el recorrido, con los aperos al hombro y la necesaria
compañía de quienes portaban las viandas y el agua fresca en los botijos.
En su
discurrir por las calles, Enrique Lacleta que es el autor de este reportaje
fotográfico pudo captar hermosas imágenes a su paso por el arco de la Carrera o
con el castillo al fondo, de las que ofrecemos una selección.
Ya en
el punto de destino comenzó la preparación de la exhibición, descargando la
mies que llevaba el carro y preparando la muestra de aperos e instrumentos que
iban a utilizarse.
Aperos
relacionados con la siega y la trilla, pero también con las faenas de arado
pues de todo hubo en el transcurso de la mañana.
Este
año, hubo un comentarista que fue explicando cada una de las faenas. Esta
misión corrió a cargo de D. Raúl Rivarés que si el sábado vestía a la usanza
medieval, ayer llevaba el atuendo de agricultor con el que aparece en esta
foto, en compañía del Sr. Alcalde D. Eduardo Arilla que no quiso perderse la
exhibición, de Raúl y del resto de participantes.
Se
comenzó segando, con dalla y con hoz, en un campo contiguo donde, como el
pasado año se había reservado una porción de trigo que nos pareció más crecido
y en mejores condiciones en esta ocasión.
El
calor ya apretaba y el agua se hacía indispensable para quienes segaban con
gran entusiasmo y recogían la mies.
Hubo
espontáneos que se animaron a empuñar la dalla con buen estilo y es el que la
jubilación es ocasión propicia para nuevas experiencias del tipo que sea.
Conducida
la mies a la era y esparcida en ella, llegó el momento del descanso y de
recuperar fuerzas con el almuerzo que ofrecía el Ayuntamiento.
Junto
a las tiendas actuales se había instalado un cobertizo de cañas, a la antigua
usanza, donde se repartieron embutidos, vinos y, sobre todo, agua fresca antes
de reemprender las faenas.
Los
que no necesitaban recuperarse eran ese par de briosos caballos que arrastraban
uno de los trillos. Más tranquilo parecía este otro, aunque los que iban sobre
él se agarraban con fuerza a ese soporte que nunca existió, salvo cuando
Imperio Argentina tuvo que trillas en Bisimbre, aunque en esa ocasión se lo
colocaron bajo las faldas para que no se notara, lo que le permitió cantar
aquella inolvidable jota de la obertura de “Nobleza Baturra”, sin riesgo de
caerse.
En
esta ocasión tampoco faltaron las jotas, aunque antes de la trilla, aún mejor
cantadas que con la voz de la inolvidable artista.
Esta
parte de la exhibición finalizó con el aventado de la parva, labor
imprescindible antes de proceder a la recogida del grano. Pero, para que nada faltara,
a Alfredo se aflojó al faja y, de esta forma, pudimos ver sus dimensiones,
mucho mayores de lo que podía suponerse, y la forma de colocarla con la ayuda
de un solícito ayudante.
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