Hace
ya tiempo conservábamos en nuestro archivo unas fotografías que, en su momento,
nos entregó D. Eusebio Albericio, las cuales no habíamos dado a conocer pues su
calidad no es demasiado buena.
Sin
embargo, ahora hemos encontrado una interesante información complementaria que
nos permiten contextualizarlas, por lo que nos aparecido oportuno difundirlas
dado que guardan relación con la devoción a la Virgen del Carmen, cuya
festividad está próxima.
Fue,
en agosto de 1935, cuando cuatro jóvenes borjanos subieron hasta el Moncayo
para que allí les fuera impuesto el escapulario de la Virgen. Se trataba de
José y Eusebio Ferrández, Vicente Pellicer y Eusebio Albericio que aparecen en
esta imagen, junto con un pequeño perro, teniendo al fondo el Cucharón y el
Santuario de Nuestra Señora del Moncayo.
A las
diez de la mañana del día 9 de agosto (es la fecha que aparece en esta foto),
subieron hasta la cima del monte, donde el sacerdote D. Gervasio Mañas,
revestido con sotana y roquete, leyó las preces oportunas y les impuso el Santo
Escapulario que recibieron de rodillas. Lo que no sabemos es quién era el joven
monaguillo que porta la cruz, junto al sacerdote.
De D.
Gervasio Mañas ya publicamos esta fotografía, cuando todavía era seminarista,
en la que aparece a la izquierda, junto con D. José Corella Aranda, vestido de
militar, D. Valentín Ruiz Aznar y D. José María Castellot Miguel, todos ellos
muy jóvenes.
D.
Gervasio, como entonces comentábamos, pertenecía a una familia procedente de
Aínzón, aunque se trasladaron a vivir a Borja. Su hermana Pilar, nacida en
Ainzón el 13 de enero de 1903, residió en Borja desde los tres años y los
últimos de su vida los pasó en el hospital Sancti Spiritus, donde en 2003 el M.
I. Ayuntamiento de la ciudad le tributó un homenaje al cumplir los 100 años de
edad.
De ese acto en la cumbre del Moncayo se hizo eco el diario
zaragozano El Noticiero, a través de
una crónica publicada pocos días después. Eran tiempos difíciles y el
periodista resaltaba “la devota y brava hazaña de estos jóvenes católicos de
Borja” que, al día siguiente, comulgaron en el Santuario y regresaron a pie
hasta nuestra ciudad, al igual que a la ida, satisfechos y gozosos, tras
asombrar “a las peñas de la cumbre con un espectáculo único, sin duda, en los
largos siglos de su existencia”.
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