La
iniciativa de recuperar el antiguo ferial de ganado que, antaño, era un
elemento fundamental en estos días, se ha consolidado, aunque sea con carácter
de exhibición y la mejor prueba es el elevado número de animales que ayer
podían contemplarse.
Cuando
lo visitamos, poco después de abrirse, no había aún muchas personas y, además,
caían algunas gotas de agua. Después el tiempo mejoró y la concurrencia fue
mucho mayor.
Pudimos
ver, en plena actuación, a un herrador de Mallén, con su “taller” portátil y
con herramientas muy diferentes a las que recordábamos de aquellos herradores
borjanos, entre los cuales, el que más tiempo perduró fue el de la calle
Moncayo.
Se
ofertaban, también, largas ristras de ajos a un precio muy económico. Eran los
famosos ajos de Arándiga, en realidad de Nigüella.
Los
que disfrutaron de verdad fueron los más pequeños con los paseos a caballo por
la calle de San Francisco hasta la placeta de Cortes, aunque algunos no pudieron
contener unas lágrimas iniciales.
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