En su
incansable labor de investigación en el Archivo Histórico de Protocolos
Notariales de Borja, que se prolonga desde hace varios años, el Dr. D. Alberto
Aguilera Hernández ha descubierto muchas cosas. Hoy queremos hacer referencia a
un documento, datado en 1591, relativo al arrendamiento de un “juego de pelota
y maços” que estaba situado en un lugar perteneciente a la parroquia de San
Miguel.
No
cabe la menor duda de que la actual denominación de “calle Trinquete” guarda
relación con el mismo. Allí estaba situado ese trinquete que era propiedad de
Pedro Litago, el cual lo arrendó al honorable Francisco de Aybar, sastre,
también vecino de Borja.
No
conocemos cómo era el trinquete borjano pero, en Buñuel, se conservó hasta
fechas recientes el que aparece en esta imagen. Lamentablemente fue derribado
por el Ayuntamiento en 2017, a pesar de la oposición de un significativo número
de vecinos.
Estas
otras fotografías son del trinquete de Gros (San Sebastián) y del de Pelayo
(Valencia), considerado la instalación deportiva en funcionamiento más antigua
de Europa, pues se construyó en 1868.
Podían
ser cubiertos o descubiertos. Es probable que el de Borja fuera descubierto;
pero, a través del documento, conocemos que el suelo era de arena.
Como
anexo al arrendamiento incluye un pliego de cláusulas en el que se detallan
algunos aspectos interesantes, como la referencia a que los gastos
correspondientes al mantenimiento de “pelotas, palas, argollas, maços y bolos”,
correrían a cargo del arrendador y del arrendatario, a partes iguales. Por otra
parte, el arrendador se compromete a entregar la instalación preparada para que
“se pueda entrar a jugar en dicho juego de maços”.
La
referencia a esos elementos constituye una de las aportaciones fundamentales,
dado que viene a documentar la práctica en Borja, durante el siglo XVI, de dos
juegos tradicionales: El de bolos y el de la argolla.
El de
los bolos, también llamado “de mazos”, dado que esta denominación se aplica a
las piezas empleadas para derribarlos, en otros lugares es conocido como juego
de birlos, suele emplear bolas de madera, pero no es infrecuente el uso de
mazos o mazas que son de tres tamaños.
Pero,
aún más interés tiene la alusión a la argolla, del que apenas se conservan
referencias. De hecho, Luis Gracia Vicién en su obra Juegos Aragoneses. Historia y Tradiciones, señala que, aunque
desaparecido hace dos siglos, se sabe, por las citas literarias, que fue muy
popular en los siglos XVI, XVII y XVIII.
Recurriendo
al Diccionario de Autoridades, indica
que en dicho juego se clavaba en tierra una espiga de hierro rematada por una
argolla, por la que, con la ayuda de unas palas acanaladas, había que
introducir las bolas de madera.
Para
quienes estamos especialmente interesados por los Juegos Tradicionales, el
documento ahora localizado tiene importancia singular, al ofrecernos datos
suficientemente precisos sobre dos de ellos de los que, hasta el momento, no
teníamos referencias sobre su práctica en nuestra ciudad.
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