En
Borja existen, todavía, dos conventos de vida contemplativa que a su
significado espiritual, unen su valor artístico. Uno de ellos es el convento de
la Concepción, declarado “Bien de Interés Cultural” y el otro el convento de
Santa Clara, cuyo templo es el que aparece en la imagen. Ambos fueron
restaurados y sus respectivas comunidades de concepcionistas franciscanas y
franciscanas clarisas, los cuidan y mantienen con mimo.
Como
ejemplo de ello, podemos señalar que la aparición de unas manchas de humedad en
uno de los muros del templo conventual de Santa Clara, ha sido objeto de
inmediata atención y, recientemente, pudimos ver cómo habían sido descolgados
los lienzos que allí había, para proceder a repintarlos.
Entre
ellos, esta interesante obra que representa a la Sagrada Familia, de la que nos
hemos ocupado en ocasiones anteriores, señalando las incógnitas que la rodean.
Podría ser, ahora, una ocasión inmejorable, para fotografiarla en detalle y
estudiarla detenidamente.
Pero
nuestro comentario de hoy quiere servir de advertencia sobre los riesgos que se
ciernen sobre muchos edificios conventuales, abocados a un cierre inexorable
por la falta de vocaciones religiosas. Todos los días recibimos noticias sobre
el abandono de conventos en distintas ciudades españolas. Por el momento, ese
no es el caso de Borja, pero si las circunstancias no cambian, en algún momento
ocurrirá algo semejante.
A
comienzos del siglo XIX, la Desamortización ocasionó un auténtico desastre en
una parte significativa del Patrimonio Cultural español. La incautación de los
conventos masculinos, condujo a esos edificios a la ruina y nuestra geografía
está jalonada de ejemplos lamentables, como el magnífico convento de los
servitas de Cuevas de Cañart que es el que reproducimos.
Ahora,
por causas muy diferentes, ha llegado el turno a los conventos de religiosas
que, en algunos casos, han sido vendidos para destinarlos a otros usos pero
que, en la mayor parte de las ocasiones quedan en situación de abandono, al no
poder hacerse cargo de ellas las administraciones públicas. El aspecto de
abandono de sus templos es lamentable y sus cubiertas comienzan a ceder, como
ocurre con este otro convento, también ubicado en Cuevas de Cañart y cuyas
religiosas llegaron a Borja hace años.
Pero
si la situación de sus iglesias impresiona, mucho más impactante es el destino
que se le ha dado a algunas de sus dependencias. Lo malo es que no existen
soluciones para un problema que no se circunscribe a los conventos, sino que
también afecta a los templos parroquiales de muchas localidades en las que la
despoblación está haciendo estragos. Pero, de ello, hablaremos otro día.
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