En
1958 fue creado en el valle de los Caídos el Centro de Estudios Sociales entre cuyos
objetivos figuraba el estudio y difusión de la Doctrina Social de la Iglesia.
Dependiente de la comunidad benedictina de la abadía, era coordinado por un
Secretario General externo que tenía su sede en las dependencias de Patrimonio
Nacional.
Organizaba
cursos de verano dirigidos a sacerdotes, religiosos y universitarios y cada año
convocaba unas mesas redondas sobre los más variados temas en las que tomaban
parte destacadas personalidades de la vida académica y cultural. Los textos de
las ponencias eran recopilados, posteriormente en la revista Anales de Moral Social y Económica de la que hemos adquirido
el volumen 5, correspondiente al año 1964.
En aquella ocasión el tema a debate fue “La ciencia, la investigación y la técnica ante el desarrollo económico y el progreso social”.
Uno de
los participantes fue D. José María Otero Navascués que habló sobre “La
investigación pura, la investigación aplicada y la técnica como factores de
desarrollo económico. La investigación como inversión”. Una vez más, el
Presidente de la Junta de Energía Nuclear insistió en la necesidad de potenciar
la investigación en nuestro país, siendo la inversión en ese sector uno de los
factores más importantes, a su juicio, para un auténtico Plan de Desarrollo
Económico. Por eso proponía que, si España quería sobrevivir como país
independiente y soberano, era necesario invertir en el desarrollo científico y
técnico, sin más limitaciones que las derivadas del potencial humano
disponible.
La
revista, que hemos incorporado a nuestros fondos, contiene también las intervenciones
de los profesores Salustiano del Campo, Emilio de Figueroa, Francisco González
García, Enrique Gutiérrez Ríos y Carlos Sánchez Tarifa, así como del académico
Gregorio Millán Barbany; del Rector de la Universidad de Pamplona D. José María
Albareda y del Director del Centro Dominicano de Investigación Socio-Religiosa
de Madrid, P. Jesús María Vázquez.
El
Centro de Estudios Sociales desapareció en 1982 y probablemente habrá ocurrido
otro tanto con el Centro Dominicano.
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