Otro nuevo recuerdo relacionado con Marcos Zapata se ha incorporado a nuestros fondos. En este caso se trata de un artículo publicado en la revista Mundo Gráfico, en el que Francisco Flores García traza una simpática semblanza del célebre poeta nacido en Ainzón.
Francisco
Flores (1844-1917) había nacido en Málaga y llegó a ser un conocido autor
teatral y poeta, colaborador habitual de muchos medios de comunicación, que su
ideología republicana le llevó a ejercer como Gobernador Civil de Ciudad Real
en los años de la I República.
Conoció
a Zapata a finales de 1869. Ambos eran relativamente jóvenes, Zapata tenía 27
años y Flores 25. Ambos participaban de aquella bohemia tertulia del café Imperial
(el otro día hicimos referencia a la del café Suizo) que estaba en la puerta del
Sol, en el edificio delimitado por la calle de Alcalá y la carrera de San
Jerónimo, con varias puertas que provocaban aquellas corrientes de aire que le
dieron el sobrenombre de “café de las pulmonías”.
En el
artículo se mencionan los nombres de algunos tertulianos: Ceferino Tresserra,
Ernesto Fernández, José Sierra, Mariano Vallejo y Senén Canido, entre otros
aunque sobre todo el variopinto conjunto de jóvenes sin recursos destacaba el
ingenio de Zapata que también pasó hambre y no tenía donde dormir mientras
escribía su obra La capilla de Lanuza.
Fue
estrenada en 20 de marzo de 1871 y, comenta Flores, que a partir de entonces
cesaron sus graves apuros. En realidad no ocurrió así, dado que es bien
conocido el hecho de que, para hacer frente a sus dificultades, Zapata tuvo que
malvender su obra, lo que reprochó su amigo Manuel del Palacio, al que
respondió con el humor de que hacía gala con estos versos: “Oye, pedazo de
tal;/ cuando no se tiene un real,/ desde Homero hasta Zorrilla, no digo yo una
capilla,/ se vende una catedral”.
Flores
recuerda también otra anécdota que el ainzonero relataba con evidente
exageración. Fue al llegar a La Habana, donde había obtenido un destino, cuando
vio un cartel que decía “tiro al blanco” y creyendo que allí era costumbre
disparar contra los que tenía la faz de ese color, quiso volver a refugiarse en
el barco en el que acaba de llegar.
Uno de
los aspectos interesantes del artículo son las dos fotografías que inserta de
Marcos Zapata, una de joven cuando estrenó su primera obra y esta otra,
convertido ya en un venerable anciano que había dejado de escribir, viviendo
del sueldo que le proporcionaba su empleo de interventor de la Casa de la Moneda,
en la actual plaza de Colón de Madrid, junto a la que tenía su vivienda.
A
Flores le había confesado la semana anterior a la aparición del artículo que
estaba “viviendo de descuento”, ya que no podía fumar, ni beber, ni comer
aquellas cosas que le gustaban.
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