Como
comentamos recientemente, en julio de 1889 hizo su aparición en Borja el
periódico semanal El Trabajo cuyo
impulsor fue Mariano Tejero que, más tarde, llegó ser Diputado a Cortes.
Republicano y socialista, su ideario ya estaba presente en ese medio de comunicación
que muy pronto fue calificado de izquierdista en nuestra ciudad.
El día 1 de diciembre de ese año se celebraban elecciones municipales en toda España y con anticipación, el 19 de octubre, el periódico publicó un ideario en el que trazaba las líneas que debían inspirar la actuación del consistorio que surgiera de esas elecciones. Muchas de ellas eran realmente llamativas cuando no increíbles y, desde luego, no sentaron nada bien ni al ayuntamiento existente ni a los candidatos posibles.
La
primera actuación sugerida por el periódico era la completa demolición del
castillo. Aunque reconocía el valor simbólico que ese peñón tenía para Borja,
consideraba que debía primar la seguridad. A raíz de ello, la destrucción del
castillo se convirtió en algo recurrente, a pesar de las medidas adoptadas para
frenar su ruina y contener los desprendimientos.
Otra
medida sorprendente era la de talar los grandes árboles del paseo, cercanos a
la estación que acababa de inaugurarse porque podían afectar al muro. Al final
los árboles fueron cayendo poco a poco y el antiguo paseo fue reemplazado por
el actual, dedicado a Valentín Ruiz Aznar.
Menos
llamativo, teniendo en cuenta la personalidad del director del periódico era la
sugerencia de expropiar una parte de la huerta del convento de la Concepción,
para “hacer jardines con estatuas”. Lo que quería era, por lo tanto, crear el
parque que después de la Guerra Civil se hizo un poco más adelante, aunque
nunca se instalaron “estatuas”, cosa a lo que, al parecer, somos reacios aquí
como lo demuestra ese pedestal de la plaza de San Francisco que lleva años esperando
el busto de un ilustre borjano que, mientras tanto, permanece arrumbado en el
interior del convento de Santa Clara.
Proponía
también construir aceras en la plaza de la Constitución. No las había ni estaba
pavimentada. Se construyeron después y se plantaron algunos árboles, aunque la
plaza siguió teniendo un aspecto muy diferente al actual. Aunque la habían tomado
con los árboles del paseo, querían plantar otros en las plazas de San
Francisco, Santo Domingo y Santa María.
Hasta
que, tras la instalación de la red de abastecimiento de agua y alcantarillado,
no se procedió a la completa pavimentación de las calles de Borja en cemento,
lo habitual era que las más importantes estuvieran empedradas con gruesos cantos
rodados. Lo que el periódico proponía que todo el empedrado fuera reemplazado
por un pavimento de adoquines, como en las grandes ciudades.
Entonces,
como ahora, era frecuente que determinados individuos utilizaran las vías
públicas para aliviar sus urgencias. De ahí la sugerencia de construir
urinarios en varios puntos de la población. No sabemos el modelo que proponía
Mariano Tejero, pues los había muy variados, para aguas menores y mayores.
Lo que
sí es cierto que han tenido que pasar muchos años, para que los urinarios
portátiles hayan hecho acto de presencia en nuestras calles, con ocasión de
determinados eventos, aunque el resto del año los residentes en determinadas zonas
o los que transitan por lugares céntricos como la calle Claustrones, tienen que
padecer las consecuencias de la conducta incivil de algunas personas.
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