Fue en
septiembre de 2012 cuando dedicamos un extenso artículo al principal lavadero
de Borja que hoy podemos completar con nuevos datos e información sobre su
preocupante situación actual.
El 2
de noviembre de 1889, el semanario local El
Trabajo insertó en su primera página un extenso artículo en el que
demandaba la urgente necesidad de construir un lavadero en nuestra ciudad.
Hasta ese momento, quienes tenían que lavar se desplazaban hasta la llamada “Callejuela”,
a orillas del río Sorbán, donde había unas losas a los lados para facilitar esa
tarea.
“Pocos
pueblos hay en España, y de la importancia del nuestro seguramente no habrá
ninguno, que deje de tener un lavadero donde, sin temor a las crudezas del
tiempo, pueda lavarse la ropa de sus habitantes”, decía el periódico, proponiendo
la inmediata construcción de un cubierto en ese mismo lugar, levantando una
pared en el lado derecho, para proteger del viento, dejando abierto el otro
lado para facilitar la iluminación. Sugería también rebajar el piso para que se
pudiera lavar de pie.
No
tardó mucho tiempo en acometer el Ayuntamiento esta obra tan necesaria,
siguiendo prácticamente las indicaciones de El
Trabajo, aunque el espacio para lavar de pie quedo reducido a un pequeño
tramo.
Llamamos la atención sobre los pilares que sostenían la cubierta inicialmente que eran cuadrangulares.
Algún
tiempo después fue necesario reforzarlos dado que resultaban insuficientes para
soportar el peso de una gran estructura de madera y tejas, dándole esa forma
trapezoidal con el que han llegado hasta nosotros. A la derecha de esta imagen,
pueden verse los dos pequeños servicios que había nada más bajar las escaleras
de acceso.
Cerrando el frente se
dispuso una estructura de listones de madera con el escudo de Borja en el
centro, el cual ha llegado hasta nuestros días, con ligeros desperfectos.
Sorprendentemente
y por razones que desconocemos también se ha mantenido uno de los primitivos
pilares, lo que permite compararlo con los otros que, en nuestra opinión, no
fueron levantados nuevos, sino que se les adosó un refuerzo a manera de
contrafuerte a los anteriores lo cual, probablemente, ha incidido en su mal
comportamiento, como veremos más adelante.
El
lavadero prestó servicio durante muchos años y cuando, tras la instalación del
suministro de agua domiciliario, dejó ser necesario, quedó sumido en un estado
de abandono. La maleza se adueñó de su interior y llegó a perder la cubierta de
teja.
Siendo
alcalde D. Luis María Garriga se acometió su completa restauración, logrando
salvar esta muestra de la arquitectura popular. El resultado de la intervención
fue aceptable, tan sólo afeada por esas horribles protecciones metálicas que se
colocaron posteriormente y la red de gallinero que cerró exteriormente los
vanos que dan a una propiedad privada.
Pero
la supervivencia del lavadero está amenazada debido a que algunos de sus
pilares muestran grietas provocadas por el peso de la cubierta, algunas de
cuyas cerchas se han curvado. Ya lo señalamos hace ocho años y nada se hizo
para corregir este problema que puede provocar un derrumbamiento en un momento
determinado.
Pero
hay otros problemas de mantenimiento que pueden pasar desapercibidos. Por
supuesto, uno de ellos es el de las pintadas que, en este caso, fueron borradas
toscamente, como se aprecia en esta imagen reciente en la que hemos señalado
con una flecha roja el lugar donde se podía lavar de pie, ahora cubierto con
tierra, pero perteneciente al complejo del lavadero.
En
muchos lugares se ha desprendido el revoco que se dio al muro lateral. Quizás
no era la mejor solución debido a la humedad, pero lo cierto es que falta ya en
varias zonas y en otras los fragmentos caídos dan una sensación de abandono.
Lo
mismo ocurre con los puntos de iluminación, sin bombillas algunos de ellos y
rotos otros, por razones que sólo pueden ser achacadas al vandalismo con
intención de dañar, dada la altura a la que están situados.
Lo
mismo puede decirse de la basura acumulada en determinados lugares.
Concretamente cartones y envases arrojados en la zona del fondo, aunque en
general el estado de limpieza es aceptable.
Salvo
el caso de las fisuras en los pilares que requieren el estudio de una solución
adecuada que puede ser la de colocar unos puntales metálicos paralelos, el
restos de las deficiencias observadas son fácilmente subsanables.
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