Hubo un tiempo no muy lejano en el que una parte considerable de la población de Borja vivía en bodegas excavadas en el monte de la Corona, junto al castillo, distribuidas según su orientación en dos “barrios”: bodegas de saliente y bodegas de poniente.
Son
muy pocos los estudios publicados sobre este fenómeno al que hizo referencia el
Prof. D. Eusebio García Manrique en su tesis doctoral sobre Las comarcas de Borja y Tarazona y el
Somontano del Moncayo, en la que incluyó un pequeño plano de la
distribución habitual de esas cuevas-vivienda.
Para
él, este recurso habitacional era una expresión de la pobreza imperante en
Magallón, Ainzón, Maleján y sobre todo en Borja, localidades donde existían,
aunque reconocía que, a pesar de la falta de ventilación, tenían la ventaja de
mantener una temperatura uniforme en invierno y verano.
En el
Archivo Histórico Municipal se conservan dos gruesos legajos con las licencias
concedidas, en la segunda mitad del siglo XIX para excavar las cuevas en el
monte comunal. Muchas de ellas eran para su empleo como vivienda, por parte de
jornaleros sin recursos que llegaron a Borja al socaire de la expansión del
cultivo de la vid y antes de que las viñas de nuestra ciudad quedasen también
arrasadas por la filoxera. Hubo también otras licencias para excavar bodegas
vinarias y, en uno y otro caso, al ser el monte de dominio público, la
concesión era por 99 años, razón por la cual ningún propietario de las mismas
puede tener título de propiedad y si lo tiene fue conseguido al margen de lo
legislado.
D.
Juan Manuel Serrano Lacaba ha sido quien nos ha recordado la importancia de
todo este conjunto integrado por un número difícil de cuantificar pero que, en
su opinión, superaría las 1.000 bodegas, incluyendo las excavadas en el casco
antiguo.
Ahora,
está en marcha el inventario y estudio de las bodegas en cerro de Tabuenca,
aunque orientado hacia las utilizadas para la elaboración del vino. No menos
importante es de las destinadas a vivienda que, en el caso de nuestra ciudad,
llegó a delimitar un sector de la población estigmatizado, en cierto modo, con
la denominación de “bodeguero” aplicado a quienes allí residían.
Las
cuevas de Borja no son las únicas existentes en Aragón. Además de en otras
localidades de la comarca, las hay también en Épila, Torrijo de la Cañada,
Remolinos, Juslibol o Alacón, por citar sólo algunos ejemplos. Pero hay un
conjunto de singular importancia en Salillas de Jalón que, en España, sólo
tiene parangón con el de Paterna.
Son 63
viviendas cueva que ofrecen la particularidad de poseer un patio excavado que
sirve para proporcionar iluminación y ventilación a las habitaciones excavadas,
pudiendo ser utilizado también como corral o incluso como “jardín”.
Esta
imagen en 3D nos ilustra sobre la distribución de este modelo habitacional, en
una página del Gobierno de Aragón que, como nos señala Juan Manuel Serrano, los
investigadores que las han estudiado consideran que tienen un gran paralelismo
con las famosas viviendas cuevas de Matmata (Túnez), lo que podría obedecer a
un origen común aunque se trata de una mera hipótesis.
Las
cuevas de Matmata se han convertido en un importante recurso turístico de
Tunez, tanto por sus peculiaridades constructivas como por el hecho de que, en
una de ellas, se rodó una secuencia de la primera película de la saga de Star Wars.
Fue en
la cueva, hoy convertida en Hotel Sidi Driss (conservando los decorados), donde Luke
Skywalker con sus tíos en el desértico planeta sin ley de Tatooine. Allí fue
donde compró el robot R2D2 y, al intentar arreglarlo, proyectó un holograma de
la princesa Leia pidiendo ayuda en un mensaje dirigido a Obi Wan Kenobi.
De la mano de Juan Manuel
Serrano hemos dado hoy un salto desde las bodegas de Borja a las remotas
galaxias, aunque el pasado y el presente coexisten también en lugares como
Salillas de Jalón, donde las bodegas que hemos comentado se sitúan al lado
mismo de la vía del AVE y de la estación de ferrocarril.
Lo que nos gustaría es que
este comentario sirviera para alentar el estudio de unos elementos que forman
también parte de nuestro Patrimonio y de cuyo interés, posiblemente no somos
plenamente conscientes. Muchas bodegas son lugares de esparcimiento para muchas
personas pero nadie se ha preocupado de conservar una de ellas como vivienda
homenaje a esas personas que durante más de 100 años habitaron en ellas.
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