El Moncayo cubierto de nieve ejerce un atractivo especial para quienes lo contemplamos desde la distancia. Es una fascinación extraña que nos impulsa a aproximarnos hasta esa montaña y, en determinados casos, a intentar llegar hasta la nieve.
Éramos niños cuando, tras una intensa
nevada, amaneció una jornada luminosa y tras contemplar la espectacular visión
del monte, resplandeciendo sobre un cielo muy azul, decidimos ir en su busca
con nuestras bicicletas. Ignorábamos entonces hasta la distancia a la que se
encontraba y lo creíamos al alcance de nuestras fuerzas que, afortunadamente,
dejaron de respondernos poco más allá de Maleján, mientras la montaña se iba “alejando”
paulatinamente.
Pero, lo que nos ocurrió de niños, es
el mismo síndrome que se despierta en personas de más edad que, en algunos
casos, son montañeros expertos. Ese aspecto de loma “amable” que tiene el Moncayo
hace también que muchos no valoren las dificultades y riesgos que entraña su ascensión
en época invernal.
Por ese motivo, raro es el año en el
que no se produce una muerte o, en varias ocasiones, es preciso acudir al
rescate de accidentados. En 2012, especialistas de la Guardia Civil y de la
Escuela de Militar de Montaña realizaron un estudio sobre los accidentes
acaecidos en el Moncayo, entre 1981 y 2012. En total, pudieron documentar 67, en
los que murieron 14 personas. En un reportaje de la televisión de Tarazona se
afirmaba que, entre 1981 y 2018, ya eran 19 los fallecidos.
El estudio que estamos comentando
analizaba también las causas de esos accidentes, entre las que destacaban la falta
de nivel técnico, la sobreestimación de las propias posibilidades o una
inadecuada planificación, lo que podríamos englobar en la calificación genérica
de “imprudencia”.
Ahora, acaban de difundirse las imágenes
del complicado rescate de diez jóvenes de Murchante que se encontraban perdidos
y en grave riesgo en el Moncayo. Con edades comprendidas entre los 16 y los 18
años, se les había ocurrido la idea de iniciar la ascensión a la una de la tarde.
Algunos de ellos iban con zapatillas deportivas, como muestra esta última foto,
sin linternas y sin apenas equipamiento.
Además, se habían separado lo que
dificultó el rescate, en el que tomaron parte el grupo de rescate (EREIM) de la
Guardia Civil de Tarazona, bomberos de la Diputación Provincial con base en esa
ciudad, así como bomberos de Ágreda (Soria) y patrullas de la Guardia Civil de
Tarazona y Soria. También se desplazó desde Jaca un helicóptero de la Guardia
Civil que no pudo tomar tierra a causa de la niebla.
Siete horas se prolongó el rescate (desde
las cuatro de la tarde hasta las once de la noche) localizando, ya de noche, a
los jóvenes (en varios grupos) que pudieron ser salvados de las graves consecuencias
de su imprudencia.
A ellos, según sus propias manifestaciones
les ha servido de enseñanza. Ojalá todos los que nos leen alejaran de sus
mentes el intento de ascender a “nuestro” monte en circunstancias extremas o no
tan extremas, dejando esa práctica a quienes conocen bien la montaña y van con
el equipo adecuado. En caso contrario, volveremos a ver en acción a esos
equipos de rescate que, también, arriesgan sus vidas y que, además, ocasionan
gastos cuantiosos que, en algunos lugares (aquí no) hacen pagar a los
imprudentes.
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