El último día de julio de 1930, D. Emilio Alfaro Lapuerta publicó en La Voz de Aragón, otro artículo inspirado en nuestra comarca, de la que siempre fue gran propagandista, que nos ha remitido D. Javier Bona.
En esta ocasión, era un canto a nuestro
pequeño río, el Huecha, desde su nacimiento a su desembocadura y a las poblaciones,
cuyos términos atraviesa. Se lamentaba D. Emilio de la desaparición de aquellas
frondosas arboledas que había conocido en sus orillas. Consideraba que un afán
excesivamente utilitarista arruinaba un paisaje que, en su opinión, hubiera
sido objeto de atención en otros lugares y en el que creía que podían haberse
construido torres y villas para disfrute de sus afortunados poseedores.
No sabemos si hubiera sido una buena
solución pero, respecto a las arboledas, aquellas talas no fueron las únicas
que se produjeron, pues hemos llegado a conocer otras cuando menudearon las
plantaciones de chopos para ser explotada su madera. Pero, de lo que no cabe
duda es que el Huecha merece más atención. Últimamente se ha hablado de la
creación de un sendero practicable por sus orillas que, en algunos tramos, ya
existe. Ojalá podamos llegar a ver y utilizar un recorrido habilitado y limpio
por unos parajes tan bonitos.
Llevado por su entusiasmo hacia
Maleján, como expresión de la plácida vida rural que siempre añora el habitante
de las grandes ciudades (posiblemente porque no la conoce), Alfaro cantaba a
esa agricultura, aun sin mecanizar, en la que la trilla en la era, adquiría todo
su protagonismo durante el mes de julio. También ensalzaba a “la hormiga del
hogar labrador”, presentándola en la tarea de desgranar “bachocas”,
considerándolo un “rico plato de guiso peculiar en la comarca”. No creo que lo
de “hormiga” gustase demasiado a las malejaneras de nuestro tiempo, a pesar de
que él lo consideraba un elogio.
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