Entre las fotografías que nos ha remitido Dª. Mabel Mayor nos ha llamado especialmente la atención está en la que aparece un grupo de sacerdotes, en torno a dos prelados. El de la derecha, lo hemos reconocido inmediatamente, dado que se trata del cardenal D. Vicente Casanova y Marzol que tiene, tras él, a su “familiar” D. Marcos Casanova, con la mano apoyada en el respaldo de la silla del otro obispo.
Hemos podido identificarlo plenamente y
justificar el motivo de la entrevista que “inmortalizó” la imagen anterior. Había
nacido en Somontín, un pequeño municipio de la provincia de Almería y, tras graduarse
como bachiller en Artes en el Instituto de la capital, cursó los estudios
eclesiásticos en el seminario de San Indalecio de Almería y, posteriormente, obtuvo
el grado de Doctor en Teología y el de Licenciado en Derecho Canónico en el
Seminario Pontificio de Granada, siendo ordenado sacerdote el 24 de abril de
1886.
No es de extrañar que un hombre con su
formación, desempeñara relevantes puestos, entre ellos el de canónigo doctoral
de la catedra de Almería, tras ganar la correspondiente oposición en 1895. Allí
le conoció D. Vicente Casanova, durante su etapa como obispo de esa diócesis y
le apoyó decididamente para que pudiera ser ordenado obispo.
En 1917 fue promovido a la sede “in
partibus” de Antedón (curiosamente, más tarde lo fue monseñor Lefebvre), siendo
nombrado Administrador Apostólico de Barbastro. Hay que recordar que, tras el
concordato de 1851, dejaron de ser nombrados obispos residenciales de esa sede
que fue regida, hasta 1950, por Administradores Apostólicos, cometido que
ejercieron algunos prelados que luego fueron obispos titulares de Tarazona,
como D. Isidoro Badía y D. Nicanor Mutiloa.
El obispo consagrante fue el nuncio de S. S. en España monseñor Francesco Ragonesi, cometido que desempeñó entre 1913 y 1921, siendo creado cardenal al término de su misión en España, como era habitual hasta épocas muy recientes.
En aquellos tiempos en los que se cuidaba
el protocolo extremadamente, el nuncio fue recibido en la explanada de la estación
de tren, a la que llegó procedente de Madrid, por una compañía de Infantería,
con bandera y banda, que le rindió los honores de ordenanza. Para su partida de
la ciudad, el Ministro de Marina puso a su disposición el transporte Almirante
Lobo, con el que recorrió las plazas de Melilla y Ceuta, antes de
desembarcar en Cádiz.
Junto con monseñor Casanova, actuó como
obispo co-consagrante D. Enrique Reig Casanova, entonces obispo de Barcelona
que, a pesar de su segundo apellido, no tenía relación de parentesco con D.
Vicente.
Su trayectoria personal es digna de ser
conocida pues es especialmente curiosa. Nacido en Valencia, a los 20 años
ingresó en el seminario para cursar los estudios eclesiásticos, que abandonó
cuando estaba a punto de concluirlos. Se licenció entonces en Derecho y comenzó
a ejercer la abogacía, contrayendo matrimonio. Pero, en 1885, falleció su
esposa a causa de la epidemia de cólera, sumiéndole en una profunda crisis que
le impulsó a retomar los estudios eclesiásticos. En esta ocasión lo hizo en el
seminario de Almería, donde coincidió con D. Emilio Jiménez. Fue ordenado
sacerdote muy pronto, en 1886, continuando algún tiempo como profesor de ese
seminario. Nombrado Vicario General de Mallorca, tras continuar su carrera
docente en seminario de Toledo, fue nombrado Auditor de la Rota en 1904. En
1914, fue nombrado obispo de Barcelona y, en 1920, arzobispo de Valencia, desde
fue promovido a la sede primada de Toledo y creado cardenal en 1926. Allí
falleció al año siguiente.
Siendo D. Vicente Casanova el
responsable, en buena medida, del nombramiento de D. Emilio Jiménez, no es de
extrañar que celebraran esa reunión de la que han quedado algunas fotos, como
esta otra de peor calidad, en la que si algo llama la atención es la modestia
en el atuendo de ambos obispos, especialmente en el caso de nuestro paisano.
Lo que no podemos afirmar es dónde tuvo
lugar la reunión que, en nuestra opinión, debió ser en el verano de 1918, el
siguiente a la ordenación de D. Emilio al que, muy probablemente fue a visitar
D. Vicente a Barbastro, aprovechando sus vacaciones estivales. Si hubiera sido
en Borja, además de su familiar, habría en las fotografías algún otro sacerdote
de nuestra ciudad, cosa que no ocurre.
Cuando en 1921 D. Vicente Casanova fue
promovido a la sede de Granada, en Almería se suscitó un movimiento en favor de
le sustituyera D. Emilio Jiménez, pero no pudo lograrse y terminó falleciendo
en Barbastro el 13 de noviembre de 1926, con solo 63 años. Fue sepultado en la
capilla de la Asunción de la catedral. En su lápida figura una inscripción en
latín, cuya traducción, junto con otros datos, hemos tomado de la página de su
localidad natal en la que se ensalza su figura:
“Manténganse firmes, señores, y hagan
sus oraciones con dolor y duelo. Aquí yace el obispo, un buen hombre sin
engaño, el guía Emilio Jiménez, el pastor del redil de Cristo, a quien la
ciudad de Barbastro ha llorado de amor durante mucho tiempo. Que disfrute de
los gozos de la paz en el abrazo del Señor, quien era un piadoso amante de la
paz en la tierra.”
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