Suele afirmarse que el nacionalismo es
una enfermedad que se cura viajando, pero no es menos cierto que recorrer otras
ciudades puede sernos de enorme utilidad para aprender todo lo que, en ellas,
hay de bueno y servir de modelo sus experiencias para reproducirlas en nuestros
lugares de procedencia.
Nuestra reciente visita a El Burgo de Osma ha provocado en nosotros un sentimiento de admiración hacia una localidad que, según los datos de 2022 tiene 5.023 habitantes y, por lo tanto, es equiparable a Borja, pero sólo en ese sentido, porque en otros aspectos nos superan con creces.
Por una parte, el hecho de ser
históricamente sede episcopal ha contribuido a la existencia de un conjunto
monumental de extraordinaria importancia, declarado BIC, y perfectamente conservado.
Pero, siendo esto notable, lo que más llama la atención del visitante es la
pulcritud de sus calles y plazas, en las que no se veía un solo desperdicio, en
contraste con lo que debemos sufrir en otras partes.
La cuidada pavimentación y la prohibición
del tráfico rodado en la mayor parte del casco urbano es algo sumamente
llamativo, así como la proliferación de bancos, cuyo número es muy superior al
que se suele encontrar habitualmente en la mayoría de las poblaciones.
El que se haya conservado una parte de
sus murallas con un entorno que, lejos de ser un vertedero, se ha convertido en
agradables paseos es otro aspecto a ser tenido en cuenta.
Pero, si de algo puede presumir la localidad
es de zonas verdes. Una auténtica maravilla por el cuidado con el que se
mantienen. Las márgenes del río Ucero sorprenden por ser un precioso jardín.
Junto a ese parque fluvial se encuentra
el parque del Carmen, inaugurado en 1993. Cumple, por lo tanto, treinta años de
existencia, a pesar de lo cual sigue estando como el primer día, con sus setos
recortados, sus flores y sus monumentos.
Al parque se accede por la portada
monumental de la antigua Casa del Arcediano y las columnas de su patio
interior, constituyen uno de los elementos decorativos del mismo.
Nos llamó la atención esta escultura “jackhar”
(tallada en Armenia, desde donde fue traída), erigida en 2018 por la comunidad
armenia de El Burgo de Osma, en recuerdo a las víctimas del genocidio armenio
de 1915. Entre 1915 y 1923, el imperio turco y después la república intentaron
acabar con el pueblo armenio y su cultura. Cerca de dos millones de armenios
fueron perseguidos, deportados y asesinados, como consecuencia de un conflicto
que ha llegado hasta nuestros días.
Pero los jardines no se circunscriben a
los parques, sino que los hay por toda la villa, incluso en zonas especialmente
sensibles como el entorno del Colegio Público “Manuel Ruiz Zorrilla” o el edificio
de los Juzgados.
Como iniciativas curiosas podemos
destacar la decoración sobre las persianas de determinados espacios urbanos,
como muestran estas imágenes, o la contribución de los vecinos, decorando con flores
sus balcones.
Vimos también los contenedores de
basura enterrados, salvo los de cartones, algo que va imponiéndose en otros
muchos lugares y funciona.
Como dato complementario, podemos
añadir que, desde 1983, gobierna en El Burgo de Osma el PP y, en las dos legislaturas
anteriores, lo hizo UCD. Pero, al margen de quién gobierne (que sin duda
influye), nada de lo que hemos comentado sería posible sin el comportamiento
cívico de sus habitantes y, en este sentido, la villa puede darnos lecciones a
todos.
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