miércoles, 12 de julio de 2023

Enseñanzas de un viaje a El Burgo de Osma

 

         Suele afirmarse que el nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando, pero no es menos cierto que recorrer otras ciudades puede sernos de enorme utilidad para aprender todo lo que, en ellas, hay de bueno y servir de modelo sus experiencias para reproducirlas en nuestros lugares de procedencia.

         Nuestra reciente visita a El Burgo de Osma ha provocado en nosotros un sentimiento de admiración hacia una localidad que, según los datos de 2022 tiene 5.023 habitantes y, por lo tanto, es equiparable a Borja, pero sólo en ese sentido, porque en otros aspectos nos superan con creces.



         Por una parte, el hecho de ser históricamente sede episcopal ha contribuido a la existencia de un conjunto monumental de extraordinaria importancia, declarado BIC, y perfectamente conservado. Pero, siendo esto notable, lo que más llama la atención del visitante es la pulcritud de sus calles y plazas, en las que no se veía un solo desperdicio, en contraste con lo que debemos sufrir en otras partes.

 



         La cuidada pavimentación y la prohibición del tráfico rodado en la mayor parte del casco urbano es algo sumamente llamativo, así como la proliferación de bancos, cuyo número es muy superior al que se suele encontrar habitualmente en la mayoría de las poblaciones.

 



         El que se haya conservado una parte de sus murallas con un entorno que, lejos de ser un vertedero, se ha convertido en agradables paseos es otro aspecto a ser tenido en cuenta.

 



         Pero, si de algo puede presumir la localidad es de zonas verdes. Una auténtica maravilla por el cuidado con el que se mantienen. Las márgenes del río Ucero sorprenden por ser un precioso jardín.

 



         Junto a ese parque fluvial se encuentra el parque del Carmen, inaugurado en 1993. Cumple, por lo tanto, treinta años de existencia, a pesar de lo cual sigue estando como el primer día, con sus setos recortados, sus flores y sus monumentos.

 



         Al parque se accede por la portada monumental de la antigua Casa del Arcediano y las columnas de su patio interior, constituyen uno de los elementos decorativos del mismo.

 


         Nos llamó la atención esta escultura “jackhar” (tallada en Armenia, desde donde fue traída), erigida en 2018 por la comunidad armenia de El Burgo de Osma, en recuerdo a las víctimas del genocidio armenio de 1915. Entre 1915 y 1923, el imperio turco y después la república intentaron acabar con el pueblo armenio y su cultura. Cerca de dos millones de armenios fueron perseguidos, deportados y asesinados, como consecuencia de un conflicto que ha llegado hasta nuestros días.

 




         Pero los jardines no se circunscriben a los parques, sino que los hay por toda la villa, incluso en zonas especialmente sensibles como el entorno del Colegio Público “Manuel Ruiz Zorrilla” o el edificio de los Juzgados.

 




         Como iniciativas curiosas podemos destacar la decoración sobre las persianas de determinados espacios urbanos, como muestran estas imágenes, o la contribución de los vecinos, decorando con flores sus balcones.

 

         Vimos también los contenedores de basura enterrados, salvo los de cartones, algo que va imponiéndose en otros muchos lugares y funciona.

         Como dato complementario, podemos añadir que, desde 1983, gobierna en El Burgo de Osma el PP y, en las dos legislaturas anteriores, lo hizo UCD. Pero, al margen de quién gobierne (que sin duda influye), nada de lo que hemos comentado sería posible sin el comportamiento cívico de sus habitantes y, en este sentido, la villa puede darnos lecciones a todos. 



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